15 octubre 2008

Abrazos gratis



Hay que ser muy freaky (friki en su versión oral española) para salir a la calle acompañado de un cartelón con el lema “abrazos gratis”. Todo ello con la única intención de abrazar a desconocidos, personas con las que el freaky en cuestión nunca ha tratado y que seguramente no volverá a ver en su vida tras el correspondiente abrazo.

Pero el tema tiene su historia. Juan Mann, un chico australiano que vivía en Londres volvió a su país natal tras residir varios años en la capital inglesa. Al regresar a su tierra se sintió solo, sus padres se habían divorciado, se acababa de separar de su prometida y su abuela estaba muy enferma. En la zona de llegadas del aeropuerto de Sidney empezó a ver como los pasajeros eran recibidos con gran alegría por sus familiares, con los habituales abrazos y sonrisas. Para animarse decidió ir a una fiesta, donde una desconocida le regaló un abrazo. Así describe ese momento: “Me sentí como un rey, fue lo mejor que me había pasado nunca”. Seis meses después de este suceso decidió salir a repartir abrazos gratis a la gente que transitaba por la calle Pitt Mall, en Sidney.
Juan Mann siguió con su campaña y salió todos los jueves por la tarde a repartir abrazos en el mismo lugar. Shimon Moore grabó al protagonista y también el intento frustrado de la policía de prohibir el movimiento. Pasaron los años y Juan Mann pasó una mala racha por la muerte de su abuela. Entonces Shimon Moore, para animarle, editó las imágenes en una noche y le regaló el video. Seguidamente se subió a Youtube y gracias a la fuerza de este medio de comunicación se inició el movimiento en todo el mundo. Ahora en Youtube se pueden ver abrazos entre desconocidos provocados en distintas ciudades del mundo.
La historia tiene su miga, ya que ha sido una anécdota iniciada inocentemente por un joven de Australia y que ha terminado convirtiéndose en un fenómeno social y universal. Aun así, lo que nos queda de esto no es sólo la generación espontánea de Abrazos Gratis en todo el mundo y en internet. Lo que creo que es más importante es que Abrazos Gratis ha venido a demostrarnos que la gente, mucha gente, tiene necesidad de atención, de cariño, de compresión, de consuelo.
El propio Juan Mann cuenta que entre sus primeros abrazos callejeros estuvo el de una persona que estaba hundida por la muerte de su perro en esa misma mañana, o casos más tristes, como la de aquella madre que recordaba el primer aniversario del fallecimiento de su única hija en un accidente de coche y que al recibir el abrazo de Juan Mann siguió andando con una reconfortante sonrisa.
La soledad oculta en nuestro interior o, dicho de otra forma, la habitual necesidad de expresar y compartir los sentimientos más profundos de cada uno, no es algo tan sencillo de solucionar. Hoy en día ya casi no tenemos tiempo para estar con la novia, la esposa o el amigo fiel para descargar nuestras tensiones, para compartir nuestras desesperaciones. La ansiedad que nos provoca el tener que hacerlo todo corriendo, el ritmo frenético que nos han traído las nuevas tecnologías en el trabajo diario (el teléfono móvil abierto las 24 horas, gestiones que antes llevaban horas y que ahora con un e-mail quedan resueltas... ), la continua exigencia de obtener mayor productividad, mayor eficacia, mayor rapidez y, por lo tanto, mejores resultados... todo esto ha logrado que ya no dediquemos el tiempo suficiente para compartir todo aquello que realmente más nos afecta a cada uno de nosotros como persona.
Ningún trabajo, ninguna responsabilidad, ninguna ocupación debe hacernos perder el norte de las cosas que son verdaderamente importantes en la vida. Nuestro paso por la vida nunca debería estar centro en lo superficial o en lo material. Y es que nunca deberíamos de llegar al límite de tener que ir por la calle y sentir la imperiosa necesidad de recibir un abrazo, buscando desesperadamente a un freaky de Abrazos Gratis. Si llegamos a este extremo es que algo va mal en nuestras vidas. Otra cosa ya es aceptar ese abrazo con la idea de participar en el espectáculo, para sentirse uno freaky por un día en nuestra propia ciudad y para posteriormente salir en programas de cámara oculta. Pero eso sí, el mejor abrazo, el auténtico, es el que se da y el que se recibe al llegar a casa.
(DICIEMBRE 2006)

1 comentario:

Anónimo dijo...

es verdad. es una cursilada, salvo que en vez de que sea gratis, el que le abrace al abrazable pague minimo 5 centimos.