14 octubre 2008

Generación idiota

Eso es lo que van a lograr los responsables de las principales cadenas de televisión como continuemos en la progresiva línea de tele-basura que podemos descubrir a todas horas y todos los días con el mando a distancia. Hace unos años, cuando llegaron las privadas y las mama-chicho de Tele 5, aquello ya nos parecía lo más cutre que podía aparecer en televisión. Pero no, nadie supo predecir entonces que las chicas del cacao maravillao eran las protagonistas de un programa cultural, tipo BBC, si lo comparamos con lo que hoy escupe la pequeña pantalla. Y es que la cosa va de mal en peor.

Si para los niños la sopa boba están siendo los Pokemones -otra payasada y comida de coco de este fin de siglo- para los adultos son los “programas del corazón” -esos telediarios rosas que uno puede encontrar a cualquier hora y en cualquier canal de nuestra gran televisión- los que están formando a una generación idiota. Pero tampoco quiero ser un falso criticón con este artículo, pues quién más quién menos siempre se deja enganchar unos minutos antes del telediario con este tipo de programas. Son esos minutos para evadirse de la rutina diaria, para sonreír un poco antes de todas las desgracias que uno puede ver en los informativos y para darse uno cuenta de la cantidad de gente que puede llegar a vivir solo de eso, del cuento.

Pero una cosa es ingerir una pequeña dosis de tele-basura diaria, para ver los gérmenes del país, y otro cosa es intentar encontrar un programa digno e interesante cuando uno termina de cenar. Y es que eso es misión imposible, salvo que uno tenga la suerte de que su padre le haya puesto el plus o alguna de las dos plataformas digitales. Encontrar hoy una buena película, un buen programa o algo que te llene las horas previas al sueño con algo de interés, es un milagro en las cadenas de televisión en régimen abierto, sean públicas o privadas.

Por eso uno ya tiene la idea -no siempre lo consigue- de olvidarse del mando y de emplear con más inteligencia la programación televisiva que cada día nos avanza los diarios, para ver con antelación si hay algo bueno entre tanta mierda, y para ver si esa noche merece la pena coger un libro y dejar el mando sobre la mesa y no junto a la mano. Por eso os invito a que vosotros también denunciéis estas porquerías que nos ponen, a que vuestro padre os regale un año de canal de pago por el cumpleaños o a que abandonéis la sala de estar donde está la tele y busquéis un buen lugar con buena luz y abráis las páginas de un libro. Tras ellas siempre podremos ver otros mundos, disfrutar de lo que otros han vivido o inventado y reflexionar con los pensamientos de otros que quizá nunca tuvieron a su alcance la tentación de conectarse a ese “tragadero de imágenes” que muchas veces nos nubla la cabeza.

(NOVIEMBRE 2000)

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