15 octubre 2008

Europa, mucho camino por delante

Los resultados del referéndum sobre la Constitución Europea en Francia han caído como un jarro de agua fría, o casi congelada, entre la clase política europea. Y la verdad es que no es de extrañar. A lo mejor ahora es el momento de hacer una encuesta para tratar de descifrar las causas del “éxito” del NO francés, sobre todo para que el resto de los países donde se va a celebrar este mismo referéndum tengan alguna pista de las cosas que se deben o no se deben hacer.

Aunque, sinceramente, tampoco pienso que haga falta realizar una gran encuesta para descubrir qué es lo que está pasando con la construcción europea. El primer gran error es, sin duda, la estrategia de comunicación. Me da la impresión que la gente de la calle mantiene una sensación de gran lejanía cuando oye hablar de la Unión Europea, de Bruselas, de Estrasburgo, de la Comisión Europea, de mister PESC, del Parlamento Europeo, etc. Vamos, como si la cosa no fuera con su vida diaria, con la rutina de su ciudad y de su país.

Y encima… si se ha producido un impacto negativo sobre Europa en los últimos años ese ha sido el euro. A los ciudadanos les da igual si la moneda única se ha convertido en la divisa más importante en todo el mundo, dejando casi al dólar americano como una moneda hermana en crisis. A los ciudadanos también les da aparentemente igual el hecho de que puedan viajar utilizando la misma moneda en un montón de países sin tener que pasar por el banco a pedir cambio… y otras muchas ventajas.

Lo que los ciudadanos han comprobado con el euro es que todo ha subido como la espuma… y que si antes de la llegada del euro la preocupación era si nos iban a redondear un céntimo hacia arriba… la realidad ha demostrado que lo que ha pasado es que en algunos casos muchos productos han subido un 30%. ¡Bendito aquel redondeo de un céntimo!. Ojalá sólo hubiera sido eso, un ligero redondeo al alza. El temido redondeo se convirtió en una multiplicación con el consecuente: ¡arriba las manos, esto es un atraco!. La vida se ha puesto muy cara y, la idea que queda, lamentablemente, es que el euro y Europa tienen algo que ver con todo esto.

Pero repito, la comunicación es lo que ha fallado. No se dan a conocer todos los beneficios que supone la existencia de la Unión Europea. Y así lo van a comprobar los habitantes de los países del Este que acaban de entrar en la Unión. Quizá son ellos los que menos miedo tienen al euro y a toda la burocracia que pueda venir desde Bruselas. Ellos vienen de años de guerra, de persecución, de falta de libertades… y por eso recibirán Europa con la idea de que el diálogo y la cooperación entre países son el mejor camino para alcanzar un futuro de paz y prosperidad.

Queramos o no, gracias a este proyecto Europa vuelve a estar unida tras un siglo XX en el que las dos guerras mundiales y otros muchos desastres dejaron cicatrices que hoy todavía siguen vivas en la memoria de muchos. Quizá por esto último yo voté SI a la Constitución Europea porque, a pesar de que el euro haya hecho buena a la peseta, pienso que una Europa unida, con unos derechos comunes, con menos barreras y con mayor democracia es el mejor legado que podemos dejar a las futuras generaciones de este nuevo siglo.
La gran nueva Unión Europea nacerá con tropiezos como los de Francia, pero es un proyecto que todos deberíamos apoyar con nuestro granito de arena. No podemos volver a las divisiones y enfrentamientos del pasado. Construyamos una Europa más unida y solidaria para que en unos años nos podamos quejar de un pequeño redondeo y no de la multiplicación del euro.

(JUNIO 2005)

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