14 octubre 2008

Ser universitarios

“Yo no voy a clase, estoy todo el día en el bar y cuando llegan los primeros rayos del sol los días los paso en la playa”. Así vivió un amigo mío sus años en la universidad. ¿Hizo bien?. Actuar de ese modo cuando uno logra por fin terminar la larguísima etapa colegial es una opción de vida totalmente respetable, pero... ¿es la más acertada para esos cuatro o cinco años en los que disponemos de gran libertad?.

Universidad, en latín universitas, viene de universo, y significa la idea de conjunto, de unidad, y también de universalidad. Es un instrumento de formación que, digámoslo así, nos ha de llevar a ser dignos de ejercer “cátedra”, a ocupar un lugar, un asiento que nos de autoridad intelectual.... porque al finalizarla se supone que uno posee una serie de conocimientos que le hacen capaz ser útil en una o en varias de las ramas del saber.

Pero dejemos esta retórica barata que me acabo de marcar y vayamos a lo práctico. ¿Cómo utilizar con criterio los años universitarios?. Está claro que no valen todas las asignaturas y, sobre todo, que no valen todos los profesores. De éstos últimos los hay excelentes, buenos... y loros, loros que se dedican a dictar las lecciones como maestros de la infancia. Ahí es donde cada uno debe descubrir qué hacer. Se debe analizar cada asignatura, ver a que clases merece la pena ir tan sólo por la autoridad del profesor, por su capacidad de conectar con el alumnado, por su “plus” de conocimiento en la materia que imparte, por su virtud en dar más de lo que explica el libro de la asignatura y por lo que es capaz de despertar en los que le escuchan. Los demás, los loros, es mejor buscarse a esa amiga que tiene una letra fantástica y a la que tanto adoramos por su generosidad a la hora de prestarnos folios y folios de tantas horas de dictado.

¿Y qué hacer entonces en esas horas de las que nos libran los profesores que no merecen nuestra audiencia?. Pues ahí está la clave del buen universitario. El alumno ha de ser capaz de profundizar en las materias que más le gustan, leyendo otros libros, buscando otras fuentes. Y también ha de ser capaz de investigar que hay de interesante en el resto de las asignaturas, que le puede servir para formar esa universalidad que va a necesitar en el mundo laboral y social. Luego están las asignaturas que no existen en el programa, aquellas materias que son propias de la carrera pero que sólo el alumno ha de ser capaz de descubrir. Estoy hablando de libros de bibliotecas que puedan abrir otras visiones, estoy hablando de especializarse en un tema de los estudios que luego sirvan para ejercer cátedra en una muy determinada materia y estoy hablando de otros muchos libros que están ahí, y que son de obligada lectura, como los clásicos.

Por último, en el “timing” del universitario está la vida de ocio, en la que también, aunque en Mallorca esto está más limitado, se pueden adquirir importantes conocimientos. Aquí me refiero a esas conferencias que se impartan en la universidad o en los foros que se ofrecen en los distintos auditorios de Palma. Lo digo porque en ocasiones alguien interesante (también viene alguno por la isla) nos puede brindar un concepto, una idea que nos marcará en el futuro, y que nos será de utilidad. Parece mentira, pero ocurre. Y luego, quién sepa organizarse, tendrá también mucho tiempo para el cine, la música, la/el novia/o, los conciertos, las marchas de fin de semana... y la playa en la que mi amigo sentó cátedra y en la que es doctor honoris causa.

(OCTUBRE 2002)

No hay comentarios: