14 octubre 2008

Reflexiones al volar con un gordo

Era el vuelo Bilbao-Madrid y venía de una boda, la décima de los últimos doce meses (mis amigos se han propuesto arruinarme con la ecuación regalo + billetes de avión + hoteles). Como siempre me coloqué en mi asiento de una de las salidas de emergencia (mis 1.91 m. caben mejor en ese espacio tan vital cuando un avión está en peligro).

A mi lado dos asientos, el central todavía libre, pues faltaban pasajeros por llegar, y el de la ventana, ocupado por un chico de mi edad. A los pocos minutos llegó un segundo autobús cargado de pasajeros. Y entonces lo vimos llegar. Tendría unos 50 años... pero lo que más impresionaba era su volumen, yo calculo que unos 250 kilos, aproximadamente. Una mole. Aquel hombre se sentó como pudo, con grandes esfuerzos y por supuesto no hizo amago de ponerse el cinturón... misión imposible para alguien de semejante tamaño.

Aquel hombre estaba sudando, respiraba con profundidad y tenía que ir con los brazos cruzados para no tener que colocarlos sobre los brazos de sus vecinos. Comprobé que aquella persona que se había convertido en mi compañero de vuelo estaba pasando un mal trago, aunque lo intentaba llevar con normalidad. El que al final ya no aguantó más fue el chico de la ventana, que al ver que sobraban sitios en el avión no dudó en levantarse y alejarse de nosotros varios asientos hacia atrás. Reconozco que por un momento pensé en hacer lo mismo... pero no lo hice, no lo hice porque me di cuenta que con la marcha del tercero aquel hombre ya había ganado en espacio, pero pensé que si yo también me iba quizá aquel hombre de 50 años habría perdido en dignidad, pues habría sufrido en sus propias carnes un auténtico apartheid, un rechazo a su presencia, a su ser, a toda su persona. Y ahí me quedé con él, se corrió un poco hacia su derecha y cayó en un profundo sueño.

Y aquella situación me hizo pensar en muchas cosas, en la gente con problemas de obesidad, en la gente con problemas de anorexia o bulimia, pero sobre todo en la gente con problemas de autoestima, autoestima no sólo personal, sino también corporal. Me refiero a aquellas personas que pasan más tiempo mirando y cuidando su propio cuerpo que cuidando su interior, aquellas personas que olvidan totalmente su interior (pensando que sólo lo ven ellos y que por ello no hace falta cuidarlo) y sólo se ocupan de mantener, casi artificialmente, todo aquello que es puramente físico, todo aquello que agrade a la vista y pueda ser admirado por los demás.

Y ahí está el gran error, cuando la preocupación la ponemos sobre todo en el propio cuerpo y no el espíritu, olvidando completamente que lo que cada uno lleva dentro (que aparentemente no se ve) es lo que realmente más se percibe al conocer a una persona. Y esto no es esoterismo o filosofía barata. Esto es real como la vida misma. La personalidad, el carácter y las maneras de ser no se construyen gracias a la nivea solar, no se crean con danones bio ni metiendo horas en el solarium del barrio. La persona se configura principalmente en y desde el interior, asumiendo como propias las mejores virtudes y los peores vicios que adoptemos a lo largo de la vida, desde la misma infancia y aunque alcancemos los 250 kilos a los 50 años o aunque logremos ser Mister/Miss Universo. Por eso no hay que preocuparse tanto en ser un/a “tio/a bueno/a” en el sentido más vulgar del término bueno... sino sobre todo hay que esforzarse en ser un “buen/a tio/a”. Y es que la esencia, la auténtica belleza y todo aquello que merece ser descubierto y conocido... se encuentra en la persona y no en la pura figura física. Es la radical diferencia del ser humano.

Y si todo esto me pasa por la cabeza en un vuelo Bilbao-Madrid tras una boda bastante movidita... es que quizá uno ya necesita de vacaciones para descansar el cuerpo y la mente... menos mal que ya llega el verano y que en mi vuelo Madrid-Palma (esta vez sin pasajeros a mi lado) tuve tiempo para pensar en una de las decisiones más vitales de mi vida, pero esto ya no lo puedo contar en este lugar.

(JUNIO 2003)

No hay comentarios: