29 octubre 2008

Al Gore, te pido perdón



Es curioso, con este ya son tres los artículos que escribo en esta revista sobre Al Gore. El primero en septiembre de 2006, en el que critiqué que, de repente, a este señor se le ocurriera dar conferencias por medio mundo sobre el cambio climático y sus peligros... un tema importante, pero por el que pudo hacer muchas cosas cuando fue durante ocho años vicepresidente de Estados Unidos, la gran superpotencia. El segundo artículo fue en la misma línea, en octubre de 2007, en esta ocasión para mostrar mi asombro de que Al Gore fuera merecedor del premio Nobel de la Paz.

Y parece que vamos a un artículo por año... porque ahora voy a por el tercer artículo sobre este señor... pero en esta ocasión para hablar sobre algo que todavía no ha hecho. Resulta que la ONG Acción contra el Hambre acaba de presentar la campaña denominada “No Hunger”, que tiene como objetivo pedir al mismísimo Al Gore que dirija una película-documental sobre la desnutrición aguda infantil que, en pleno siglo XXI, todavía es una realidad en muchos países del tercer mundo.

En un comunicado Acción contra el Hambre ha destacado que este líder mundial tiene en su mano utilizar su poder mediático para denunciar una realidad tan cruel como intolerable y cuya solución, asequible y eficaz, todavía es desconocida por la mayoría: un sencillo tratamiento terapéutico a base de un alimento de gran valor energético podría salvar la vida de 19 millones de niños severamente desnutridos.

En esta campaña están participado muchos famosos del cine español. Actores como Belén Rueda, Verónica Forqué o Santiago Segura y directores como Fernando Colomo, Juan Antonio Bayona (El Orfanato) o Julio Medem, entre otros, han querido sumarse a la petición internacional y solicitar a Al Gore que protagonice una película que todavía no está rodada: “No Hunger”. Esta campaña se lanzará progresivamente en todos los países donde esta ONG tiene sede: Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Canadá.

Acción contra el Hambre también ha pedido la colaboración de todas las personas que quieran apoyar esta campaña y para ello solicita que la gente firme con su nombre, apellidos y DNI, y así lograr que Al Gore lleve a cabo esta película. Para ello basta entrar en www.pideseloaalgore.org. Desde el 28 de octubre un contador virtual se ha puesto en marcha y recoge los mensajes de apoyo de todos los participantes. Así que todos a firmar, que para ello basta invertir 2 minutos de nuestro tiempo.

Querido Al Gore, por mi parte, te pido perdón por haberte puesto verde en dos ocasiones en esta revista. Llámame hipócrita si quieres, pero te juro que cambiaré totalmente mi opinión sobre ti si finalmente apoyas esta brillante idea de Acción contra el Hambre. Y no quiero que sólo hagas esta película, sino que también muestres “No Hunger” por todo el mundo, tal y como hiciste con “Una verdad incómoda”. Si lo haces te prometo un cuarto artículo sobre ti en 2009 en el que te pondré por las nubes, ya lo verás.

15 octubre 2008

De Wall Street al bocadillo de la Plaza de España



La mayor preocupación mundial durante estas últimas semanas es, sin duda, la crisis económica que está afectando a las grandes potencias y, en general, a todos los países del mundo occidental. Si esta situación tendrá efectos negativos en el Tercer Mundo ya es un tema menor, que ocupa poco espacio (o ninguno) en los medios de comunicación. Aquí los nervios están en saber si la actual crisis será peor que la del “crack” de octubre de 1929 o que la crisis del petróleo de 1973. La gente ahora presta especial atención a la evolución de los índices de las principales Bolsas del mundo, que si el Ibex está en niveles del año 2005, que si el Dow Jones de la Bolsa de Nueva York ha bajado la cota psicológica de los 10.000 puntos por primera vez en cuatro años... etc, etc.

De repente a todos nos ha entrado una especie de miedo en el cuerpo al comprobar que las radios, los periódicos, las teles e internet no paran de escupir datos negativos de todo tipo: cierre de empresas, expedientes de regulación de empleo, aumento del paro, estancamiento de la venta de coches, hundimiento del sector inmobiliario... Admito que está situación me preocupa, puesto que lo que estamos viviendo está afectando directamente a muchas personas y es un gigantesco círculo vicioso que, de momento, crece y crece, haciendo mucho daño a la economía doméstica de miles y miles de hogares.

Quedarse sin empleo o perderlo todo es una situación que nadie desea ni para su peor enemigo. Y esta es una realidad que, desgraciadamente, veo a diario. Desde hace cuatro años, cada mañana, en la Plaza de España de Palma, segundos antes de entrar en el edificio donde tengo mi puesto de trabajo contemplo una escena que me provoca una doble sensación. Se trata de un grupo de personas, a veces 15, a veces 20, últimamente más de 30... que lo primero que hacen al levantarse es hacer cola en una institución religiosa en la que pueden recoger un bocadillo que se reparte gratuitamente, y que quizá es su único alimento a lo largo del día.

Esa doble sensación de la que hablaba es, por un lado, una profunda tristeza al pensar que, lamentablemente, las circunstancias de la vida les ha obligado a todas esas personas a realizar esa cola los 365 días del año, haga frío o calor. Por otro lado, esa escena me recuerda, diariamente, que yo estoy entre el grupo de los afortunados, entre aquellos que no tenemos que hacer cola, entre los que al llegar a casa tenemos algo caliente para comer. Y esa reflexión matutina me obliga a estar, cada día, profundamente agradecido, hasta el punto de sentirme un privilegiado cuando cruzo el umbral de mi oficina.

Lo más triste de todo es que aunque dentro de unos meses, o en un par de años, la Bolsa de Nueva York vuelva a ir como un tiro.. aunque la economía despierte de nuevo, la cola en la Plaza de España para el bocadillo seguirá existiendo y el Tercer Mundo seguirá siendo pobre durante muchas décadas, a no ser que los líderes mundiales se tomen en serio el drama del hambre. Y esto último es lo más cruel... ver como el mundo anda ahora asustado con lo que está cayendo, cuando desde hace demasiados años tenemos millones de personas que no saben qué llevarse a la boca, personas que ni les importa lo que es Wall Street o los tipos de interés. Esa es la cruda realidad que no sale en los titulares y que, sin embargo, todos conocemos.

(OCTUBRE 2008)

¿Trabajar 65 horas a la semana?




Todavía recuerdo aquel colegio, aquel pupitre y también la tarde en la que aquel profesor soltó la siguiente frase: “llegará un día en el que los gobiernos occidentales se darán cuenta de que los trabajadores necesitan descansar más y, por ello, los viernes serán festivos y así tendremos fines de semana de tres días. Esta medida beneficiará a la economía porque la gente tendrá mas tiempo para salir con la familia, ir de compras, comer en restaurantes o ir al cine”. Por aquel entonces yo era un chaval de EGB (lo que hoy se llama la ESO), y todavía hoy no se me olvida la cara de felicidad que puse al oir aquellas palabras, pronunciadas además por todo un respetable profesor.

Pero, lamentablemente, mi maestro no acertó en su predicción. Recientemente muchos nos hemos llevado las manos a la cabeza cuando hemos sabido que la Unión Europea ha aprobado ampliar la semana laboral por encima de las 48 horas, un derecho social consagrado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) hace 91 años. Los ministros de Trabajo de los 27 han dado luz verde a la propuesta de la presidencia eslovena que permitirá a cada Estado miembro modificar su legislación para elevar la semana laboral vigente de 48 horas hasta 60 horas en casos generales y a 65 para ciertos colectivos como los médicos. Es decir, con el cambio aprobado, las 60 horas semanales dejarían una media diaria de 12 horas en el trabajo, 13 si el máximo fuera de 65 horas semanales.

Un periódico gratuito resumía del siguiente modo las consecuencias de este cambio: “pasar 12 o 13 horas diarias en el trabajo implicaría tener que quedarse a comer, es decir, que serían 13 o 14. Para muchos trabajadores hay que sumar una hora de desplazamiento para ir y volver del trabajo a casa y así la cosa se queda en 15 o 16 horas. Sólo con dormir las 8 horas que recomiendan los expertos, ya tendríamos el día completo. En definitiva: Ni cenar, ni desayunar, ni ducharte, ni estar con la familia”.

Los miembros de la Unión Europea están divididos entre los que reclaman una mayor flexibilidad laboral, encabezados por Reino Unido y Alemania, y los que optan por acabar con las excepciones que permiten trabajar más de 48 horas semanales, liderados por España. La aprobación de la propuesta ha sido recibida con fuertes críticas, porque además puede abrir el camino hacía la competencia desleal entre los países, fragmentando el mercado de trabajo europeo.

La verdad es que la idea de las 65 horas de trabajo a la semana choca totalmente con otro de los temas que todos los gobiernos nos tratan de “vender”: las medidas en favor de la conciliación de la vida familiar y laboral. Sin duda, trabajar 65 horas a la semana no es una buena medida para poder compatibilizar el trabajo con la familia. Es más, como todo el mundo se ponga a trabajar a este ritmo frenético, sin apenas pisar el hogar para descansar o para, al menos, dar las buenas noches al marido/mujer/hijos… lo que vamos a conseguir es que la raza humana se convierta en una especie en peligro de extinción. O, lo que es peor, nos convertiremos en seres inertes, incapaces de transmitir emociones o sentimientos a nuestros amigos o a nuestra familia. Todo será trabajo, trabajo y trabajo. Por eso, nada mejor para cerrar este artículo que recordar la frase del novelista ruso Máximo Gorky: “Cuando el trabajo es un placer la vida es bella. Pero cuando nos es impuesto la vida es una esclavitud”.

(JULIO 2008)

Rafa Nadal, príncipe en la derrota



Ya escribí un artículo en No Badis sobre Rafa Nadal en el año 2006, pero estoy seguro que el director de esta publicación no me castigará por repetir tema... puesto que nuestro Rafa es mucho Rafa... tanto que se merecería una sección para él en esta revista. Ha pasado ya mucho tiempo y grandes hitos en la vida deportiva de Rafa Nadal desde aquel 2006, puesto que dos años después ya lo tenemos como número 1 del mundo y a pocas semanas de finalizar la temporada más brillante de su carrera, con otro Roland Garros, su primer Wimblendon y la medalla de oro en las Olimpiadas de Pekín.

Pero no escribo este artículo para destacar los grandes avances logrados por Rafa en su palmarés durante estos dos años... escribo porque me impactó hace muy pocos días la forma en la que Rafa Nadal salió de la pista tras perder su semifinal del Open USA. Al acabar aquel partido a Nadal no se le vio ni un mal gesto ni una mala cara y se dirigió a la red para felicitar y dar una palmadita en la espalda a su verdugo, Andy Murray. Curiosamente en esos segundos en los que ambos se cruzaron los saludos de rigor el que más habló fue Andy Murray. Me fijé en su rostro y creo que a Rafa Nadal le debió decir algo así: “Ha sido un gran partido, alcanzar mi primera gran final tiene mucho más valor ganándote a ti”. Y es que Nadal jugó aquel día con un registro de 54 victorias en los últimos 56 partidos disputados, ahí es nada. Y Murray, sin embargo, venía de haber perdido cinco veces con Rafa Nadal. Nunca le había ganado. Y por ello, el escocés debió creerse que era William Wallace por un día… porque en la siguiente jornada cayó en la final ante Roger Federer.

La verdad es que en los últimos meses creo que todos nos habíamos acostumbrado a ver como nuestro mallorquín ganaba todos los partidos, ya fuera sobre tierra batida, sobre hierba, sobre pista sintética o sobre una alfombra de erizos. No tenía rival, no ha tenido rival. Y en el Open USA vivos a un Rafa grande en la derrota, como buen caballero, con una sonrisa tras su último aliento en aquel fatídico partido, con la alegría del deber cumplido, sabedor de haberlo dado todo en la pista.

Y fue en Nueva York el lugar en el que Rafa Nadal se enteró que había sido designado ganador del Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, según él uno de los reconocimientos más importantes que recibirá en toda su vida. Sinceramente este galardón siempre ha sido un poco casero, como así se demostró el día en el que el jurado se lo otorgó a Fernando Alonso, cuando todavía ni había sido campeón de Formula I. Pero el caso de Rafael Nadal es distinto. Ya acumula un historial que le sitúa entre los mejores del tenis mundial y, en el caso de España, su nombre siempre acompañará a los grandes como Severiano Ballesteros, Angel Nieto, Manolo Santana o Miguel Indurain.

Y para cerrar este artículo lo hago con lo que ya dejé escrito aquí en 2006 y que dos años después se puede repetir: Los mallorquines tenemos mucha suerte de poder contar con alguien como Rafael Nadal, no tanto porque pueda o no pueda ganar ocho torneos de Roland Garros, sino porque en todo el mundo millones de espectadores están contemplando a un campeón que, además, es una gran persona, lo que nos tiene que llenar a todos de un gran orgullo. Sabiendo que todavía le quedan muchos años en su carrera deportiva, el tópico que se le podría decir sería: “Rafa, no cambies”. Pero no creo que haga falta, él sabe que gran parte de su éxito ha sido ser él mismo. Sin duda es un modelo a imitar, dentro de las pistas, por su esfuerzo y entrega, y fuera de ellas, por tener una cabeza muy bien amueblada.

(SEPTIEMBRE 2008)

¿Depilación láser en el país más pobre del mundo?



Lo que voy a contar aquí me ocurrió el pasado domingo 4 de mayo. Aquel fin de semana tuve la ocasión de ojear El País Semanal, uno de los suplementos más conocidos en España y que cada domingo ofrece el diario líder de la prensa generalista. Hace muy pocos meses que esta revista sufrió un cambio de diseño y que afectó sobre todo a su portada. Ahora ya no se destaca en letras grandes el nombre de la publicación, sino que el protagonismo lo acapara una gran foto que siempre va asociada al tema principal. En aquel 4 de mayo la imagen de portada era para dos adolescentes del cuarto mundo, de Sierra Leona, uno de los países más pobres de nuestro planeta. Los dos portaban sobre sus cabezas garrafas de agua de por lo menos 10 litros. Su ropa era de tonos amarillos, descosida y sucia. Y en la parte inferior de la imagen el título del reportaje: “Hombres de Dios, la vida en una misión de África, un viaje en el tiempo”.

Busqué el reportaje en las páginas interiores y me puse a leerlo. En líneas generales contaba el testimonio de un grupo de misioneros javerianos en Sierra Leona, país en el que viven y se desviven por los demás un total de 26 de ellos, que junto a otros 800 en 18 países son los miembros de una orden que fue fundada en 1895. En Sierra Leona el PIB por habitante es de 220 dólares y la esperanza de vida alcanza los 41 años. Es un país devastado por una guerra civil que duró una década (de 1991 a 2002) y que en el mundo occidental es recordado por la triste existencia de los niños soldado y por las matanzas a machetazos.

Los javerianos tratan de llevar un poco de esperanza a Sierra Leona y la verdad es que su granito de arena se está multiplicando con creces. Su misión en Madina da trabajo al 25% de sus 3.000 habitantes, ya sea en las obras, en el campo o en las escuelas, cuenta con 150 maestros de infantil a secundaria y organiza cooperativas de agricultores (seis en total, con 800 acres cultivados, dos tractores y 150 jóvenes y mujeres que participan en el sustento de 500 familias). Los javerianos no sólo evangalizan, su labor va mucho más allá. Se encargan de repartir e intercambiar de todo en un trueque infinito de tareas y productos, fomentan iniciativas de igualdad para las mujeres, visitan a los enfermos para comprobar su estado, recetan medicamentos y dan consejo al que se lo pide.

Al terminar la lectura de este reportaje a uno se le pueden venir a la cabeza muchos pensamientos, empezando por la admiración hacia este tipo de personas que dan su vida por los que menos tienen y, además, en los rincones más miserables de la tierra. Esta fue quizá mi primera reflexión. Y la siguiente fue inesperada y, al mismo tiempo, patética. Y es que la segunda reflexión no estuvo provocada por los contenidos del reportaje... sino por las páginas de publicidad que acompañaban al mismo en aquella edición de El País Semanal.

En la última página del reportaje y en color amarillo (el mismo color que vestían los niños de la portada y el mismo de la camiseta del javierano extremeño Chema Caballero, cuya fotografía cerraba el reportaje) apareció ante mis ojos el siguiente slogan publicitario: “¿Exceso de trabajo, exámenes, pérdida de concentración, insomnio?. Des-estrésate de forma natural con D-Stress. De venta en farmacias y parafarmacias”.
Y este brutal contraste, en el mismo espacio, entre los javieranos de Sierra Leona y el producto para quitar el estrés... tenía su continuidad en el anuncio de la siguiente página: “Opción Láser: adiós al vello. Tratamientos para axilas, 375 euros, ingles, 490 euros, piernas, 1.020 euros. Todo a pagar en tres años”. Pues eso, patético. No hace falta mayor explicación. Tras observar estas dos páginas de publicidad literalmente pegadas a las historias de Sierra Leona tengo que reconocer que me entró una profunda tristeza que me llevó a la segunda reflexión que antes comentaba, y que no fue otra que pensar que, en realidad, los pobres no están junto a las javerianos, sino que estamos aquí, en el “rico” mundo occidental.

(JUNIO 2008)

Nos dejan a dos velas y aquí nadie dice nada



A pocas horas de cerrar la edición del No Badis que tienes en tus manos ha salido en los informativos nacionales la siguiente noticia: “El consejo de la Comisión Nacional de la Energía ha aprobado proponer al Gobierno una subida de las tarifas de la luz del 11,3%”. Ahí es nada. Toma subida. Debe ser que los españoles somos muy ricos y que al llegar a nuestras casa, tras una dura jornada laboral, lo que nos pide el cuerpo es organizar espectáculos de luz y sonido, poner ochenta lavadoras, la torre musical hasta el último de los decibelios posibles y todas las bombillas bien encendidas, que no vaya a ser los ladrones piensen que estamos fuera del hogar.

Pues va a ser que no... si se trata de una “proposición” de la Comisión Nacional de la Energía al Gobierno podemos decir, sin ningún rubor, que se trata de una proposición totalmente indecente, al menos para el bolsillo medio de los lectores y no lectores de No Badis. Como he dejado escrito aquí en alguna ocasión, desde que llegó el euro no paramos de sustos. Todo empezó cuando a un listillo se lo ocurrió equiparar la antigua moneda de 100 pesetas a la de 1 euro y todos los comercios tomaron buen ejemplo.

Quizá alguien debió pensar que los españoles éramos ricos... o muy tontos, como así se ha demostrado. Así, de repente, en muy pocas semanas todo lo que valía 100 pesetas pasó a valer 166 pesetas. Alguno puso el grito en el cielo, pero fue poco escuchado porque la sangría ha continuado hasta hoy, sin que haya estallado una revolución en la calle. Repito, o somos muy ricos o muy tontos. Como consecuencia de todo ello, uno saca feliz un billete de 10 o 20 euros del cajero... y cuando se compra una simple bolsa de patatillas ya no es raro el lugar donde como cambio ya sólo se recibe calderilla, monedas y monedas. Los billetes han pasado a tener una vida totalmente efímera, duran muy poco en la cartera.

Los ejemplos de este drama aplicados a la vida cotidiana son múltiples. La hipoteca, que cada año sube la mensualidad en más de 100 euros. Sigo. La gasolina, que ha llegado a unos precios que ha provocado que la frase “lleno, por favor” sea cada vez menos pronunciada en las estaciones de servicio de nuestro país. Sigo. El café, que parece que nos lo traen en burro desde Colombia y que por ello hay que pagarlo como si se tratara de un copazo de un sábado noche. Sigo. La leche, que parece que alguien se ha levantado por la mañana para ordeñarnos la vaca a dos manos. Sigo. El aceite, que parece que en España no debemos tener casi olivos y que a lo mejor es que entonces las empresas que lo comercializan lo deben producir en Japón o algo así. Y no pares, sigue, sigue.

Y ahora, lo que faltaba, nos suben un huevo la luz. ¿Tendremos que ir con velas por la casa?. “From lost to the river”, que diría algún cateto. O, dicho de otro modo, ¿será por dinero?. ¿Qué la Comisión Nacional de la Energía opina que hay que subir la luz un 11%?... pues se sube, que no pasa nada, que los españoles tenemos los bolsillos bien llenos. Quizá es que al nacer nos regalan euros y euros para que podamos hacer turismo por la Europa unida sin necesidad de tener que cambiar los billetes al cruzar la frontera. Uff, ¿quién lo recuerda?. Ojalá nada hubiera cambiado. No me importaría absolutamente nada en Alemania, en Francia o donde fuera... tener que volver a entrar en esas tiendas con el cartelito de “Cambio, Change, Exchange, Weschel” para cambiar mis añoradas pesetas. Vale, había que hacer cola y era un poco coñazo... pero el cambio era justo. Uno sabía que se metía en el bolsillo dinero contante y sonante. No lo del euro, que más que dinero parece Blandy Blue, que se te escapa de las manos con una velocidad de vértigo.

El único consuelo que nos ha quedado es que ahora por lo visto sale barato viajar y comprar en Estados Unidos por el cambio euro-dólar. Pero es un consuelo de tontos porque no nos da la vida como para viajar cada semanita a realizar la compra a EE.UU. Aunque curiosamente, en más de una ocasión, los que aquí nos quedamos, al entrar en cualquier tienda o comercio en realidad ya nos sentimos como en el viejo Oeste. Y es que... ¿a quién no se le ha pasado por la cabeza la conocida frase “¡manos arriba, esto es un atraco!” a la hora de pagar muchos de los productos que antes eran de consumo habitual?. Pues eso, será que somos tontos. Que alguien llame al sheriff.

(MAYO 2008)

Sobre una pareja de frikis que le da mil vueltas al del chiki-chiki




Durante estas últimas semanas parece que la principal noticia en España ya no es que Zapatero haya vuelto a ganar las elecciones... sino la elección de “Baila el chiki-chiki” como canción representante de España en el festival de Eurovisión. El tema arrasa allá por dónde va... ayer estuve en la boda de mi cuñado y durante la noche la pude escuchar hasta tres veces, llegando a ser incluso la última canción que pinchó el disc-jockey a las cuatro de la mañana. Y en internet también se sale... el representante de España ha recibido 8.400.000 visitas, por delante y a gran distancia del candidato de Turquía (1.300.000) y del de Irlanda (1.200.000), cuyo cantante es, por cierto, un pavo llamado Dustin.

Se podría decir después de todo esto que David Fernández, el actor de Buenafuente que le ha puesto cara y voz a la canción del chiki-chiki, ha logrado convertirse, sin lugar a dudas, en la persona más friki de España en estos momentos. Por si acaso, aclaro para los no iniciados que friki, friqui, frik, o freaki es una palabra que procede del inglés freak, que significa extraño, extravagante y/o estrafalario.

Pues no, va a ser que no. Hace unos días descubrí en una revista a un matrimonio español que supera con creces la extravagancia de Rodolfo Chikiliquatre. Se trata de Ramón Segarra y Ana Bru, que se supone que el próximo año serán los primeros españoles en hacer turismo espacial. Y esto va en serio. La pareja en cuestión ha pagado 270.000 euros, casi 45 millones de las antiguas pesetas, para tener pasajes en un vuelo espacial organizado por la compañía Virgin Galactic, del también friki-empresario Richard Branson. Como requisito para poder realizar semejante viaje, los dos han viajado hasta Filadelfia para entrenarse en el simulador espacial del Nastar Space Center, a las órdenes de Glenn King, instructor de astronautas de los de verdad y también de pilotos de combate.

A esta pareja está claro que les sobra el dinero, son propietarios de la agencia de viajes de lujo Bru & Bru, y que también les sobran neuronas, puesto que creo que no se han parado a pensar en la verdadera dimensión de este viaje espacial en el que se ha metido. Ahora, siendo un tanto absurda esta idea de gastar tantas pelas en un viaje de dos horas metidos en una extraña nave espacial... lo más absurdo de este matrimonio, y que automáticamente los convierte en la pareja más friki de España por encima del “cantante” de Eurovisión, es el regalo que le hacen a sus hijos cuando llega el Ratoncito Pérez a su hogar. Y, para que nadie crea que me lo invento, aquí va una conversación real de la madre con su hija, de 10 años, que se produjo recientemente desde la sede de los entrenamientos espaciales en Filadelfia: “Carla hija, ¿cómo estás? Ah, que el Ratoncito Pérez te dejó 1.000 euros. ¡Que guay!”.

Esta conversación entre madre e hija lo resume todo e incluso permite entender por qué precisamente son estos padres de familia los primeros de España que participarán en este nuevo negocio de Richar Branson. No sé, llamadme egoísta, avaro o rata (aprovechando que estamos hablando de ratones... y concretamente del Ratoncito Pérez más generoso del mundo) pero yo jamás le daría 1.000 euros a mi hija como recompensa por la caída de un diente, ni de dos ni de tres.

Aunque yo fuera Bill Gates, el presidente de cualquier banco o un jeque del petróleo en Kuwait... nunca se me pasaría por la cabeza darle 1.000 euros a mi hija de 10 años, aunque me trajera a casa las notas del colegio plagada de sobresalientes. Es curioso, a veces en la anécdota uno descubre lo importante. Y es que lo más importante que he descubierto en esta pareja de frikis espaciales no es su viaje sideral previsto para 2009, sino que aquí en la tierra todavía no son capaces de ver que la moderación es una virtud que también hay que enseñar a las futuras generaciones... que luego se nos llena el país de frikis.

(ABRIL 2008)

Diskutieren



Discutir no es discutir. En alemán "diskutieren" quiere decir dialogar. Es un término de uso común en el mundo académico en el que la "diskussion" (no hace falta traducirlo) es parte del discernimiento basado en el intercambio civilizado y pacífico de argumentos. En este sentido soy muy amigo de la conocida frase "hablando se entiende la gente".

Sin embargo, en España la palabra discutir tiene otras connotaciones. El que discute interrumpe, grita, quiere tener la razón, no escucha, habla deprisa, se sale por la tangente e incluso llega al insulto. Cuando en la calle somos testigos de una escena de estas la gente alucina e incluso se para para contemplar el espectáculo. Es algo habitual cuando, por ejemplo, se produce algún accidente de tráfico y los conductores se echan la culpa mutuamente.

Ahora bien, independientemente del país del que se trate, pienso que en el mundo occidental y más avanzado, estamos perdiendo la cultura de la conversación. Todos podemos comprobar que cuantos más instrumentos de comunicación tengamos (email, chat, Skype, YouTube, SMS, móvil, BlackBerry, televisión, iPod, etc), menos capacidad tenemos para establecer una conversación profunda, de persona a persona. Todo empieza con que quizá nos dejamos interrumpir durante cualquier conversación personal por "llamadas" ajenas que, en la mayoría de los casos, son menos prioritarias que la conversación que mantenemos en ese momento.

Otro síntoma de la pérdida de la cultura de la conversación es que existe una desproporción, sobre todo en los jóvenes, entre el tiempo que se dedica a la conversación "virtual" y a la conversación real. La conversación virtual es siempre más pobre que la conversación cara a cara, ya que no permite acceder a gestos o a captar la situación anímica del interlocutor o de la interlocutora de una manera adecuada.

Existe toda una industria en el mundo virtual que intenta crear "communities", facilitando que se conozcan personas con intereses comunes, que si no fuera por internet no se conocerían. Lo triste es que quizá aquellos que presumen de tener cientos de "amigos" o "contactos" en el mundo virtual, fracasan como verdaderos amigos en el mundo real.

Lo más grave es que, dado el aumento de la comunicación virtual, perdemos la habilidad de conversar con una persona "en directo", de tal modo que se establezca una conversación afectiva, de persona a persona. Incluso podría pasar que una persona no sabría que decir, que cosas contar.

Subirse hoy en día a un metro, tren, autobús o tranvía puede convertirse en algo surrealista: cada uno con su "garbancito" en la oreja, como si estuviésemos en un psiquiátrico. Todos como si fueran autistas.

Uno aprende a conversar dedicando tiempo a los amigos, a la novia, a la esposa o a los hijos. Hay muchos temas sobre los que hablar. Parece sorprendente que tengamos que hablar y, en este caso, escribir sobre algo tan elemental y básico, pero creo que hay motivos suficientes para recordar el valor enriquecedor que tiene el intercambio personal de ideas y de puntos de vista. Por lo tanto, hablemos.

(FEBRERO 2008)

Tienes un e-mail... cuando el mensaje no dice nada



El pasado mes de diciembre opté por mandar una felicitación navideña digital a todos mis amigos y familiares, es decir, por correo electrónico. La decisión de hacerlo así no fue tanto para ahorrar en sobres, tarjetas y sellos. Tampoco fue para poder decir por ahí que se trataba de una iniciativa medioambiental con la que perseguía no gastar tanto papel. No, no fue nada de todo eso. Y lo reconozco ahora: lo hice así por pura comodidad.

El caso es que uno de mis amigos a los que iba destinada mi felicitación me contestó con un largo y profundo escrito que, aunque fuera por e-mail, me conmovió profundamente. Y la verdad es que lo que hice fue agradecerle profundamente su mensaje. Y así lo hice: “Gracias por tu largo mensaje. Te lo digo porque los que somos de nuestra generación hemos pasado por tres fases. Fase A: En Navidad mandábamos postales navideñas a nuestros amigos, con postal, texto escrito, sobre y sello. Fase B: Al llegar internet nos mandábamos e-mails en Navidad, pero personalizados, uno a uno. Fase C: Al estar todo el mundo estresado y con mil cosas que hacer... únicamente mandamos e-mails en formato de máxima audiencia, es decir, con copia a todo el mundo mundial. Sin mensajes personalizados, sin replicas o contra-replicas. En definitiva algo frío, rápido, sin alma.

Aquellos que ya estamos acostumbrados al uso diario del correo electrónico caemos, en alguna ocasión, en la Fase C que acabo de describir. Tecleamos textos y mandamos e-mails con tanta rapidez que a veces no profundizamos en aquello que escribimos y podemos llegar a convertirnos en seres autómatas que lanzamos mensajes escritos como si se tratara de la lista de la compra.

Y aquí no acaba el asunto. También se puede dar una situación más grave, que podríamos llamar Fase D, que es aquella en la que uno se dedica a mandar correos electrónicos con cualquier tipo de chorrada, desde un power point que habla de las maravillas de la vida, fotos absurdas, chistes que son tan largos que da hasta pereza leerlos, etc, etc. Lo peor es cuando este tipo de mensajes van acompañados de coletillas como esta (exagerando un poco): “si no mandas este mismo mensaje a otras diez personas tu vida será un desastre y quizá mañana te caerás por el hueco del ascensor... o, todo lo contrario, si mandas este mensaje a veinte personas se cumplirán todos los deseos, e incluso a lo mejor te llevarás el Gordo de Navidad”.

Afortunadamente puedo asegurar que yo todavía no he caído en esta Fase D y que incluso soy inmune a estos mensajes en cadena. Directamente paso de leerlos, aunque me prometan la eterna felicidad o aunque me amenacen con amargarme mi existencia si los ignoro.

Como conclusión sólo me queda añadir que quizá, entre todos, deberíamos esforzarnos por repasar lo escrito antes de darle a la tecla “enviar”. Es hora de pensar en la importancia del factor tiempo y, además, en un doble sentido. Por un lado, en no provocar que los receptores de nuestros mensajes puedan perder el tiempo por nuestra culpa, sobre todo a la hora de enviar mensajes que dicen muy poco.
Y, por otro, en dedicar tiempo a esas personas que sabemos que realmente necesitan recibir nuestro mensaje y sentir nuestras palabras (aunque sean breves). De este modo les llevaremos a la reflexión de que este mundo de ritmo frenético no podrá impedir que en algún determinado momento nos sintamos como un naúfrago que lanza un mensaje en una botella... y que ésta llegará a su destino con nuestro escrito en el que recordamos que seguimos aquí, que ese dichoso ritmo no logrará ocultarnos la visión de lo verdaderamente importante en la vida.

(ENERO 2008)

Navidad, otra vez



Se acerca otra vez la Navidad y no sé si es que yo me hago mayor pero parece que cada vez llega antes, ¿no?. Uno todavía no ha escondido la ropa y los bañadores del verano en el último cajón del armario... y ya parece que en unas horas vamos a tener que encender la tele para ver a Ramón García contando las campanadas del nuevo año desde la Puerta del Sol (por cierto, por si alguno no se ha enterado... este año Ramón las contará en Antena 3 TV, tras catorce años haciéndolo en TVE 1).

Pues eso, la Navidad ya viene corriendo y cuando escribo estas líneas estamos a 4 de diciembre y hoy ya he recibido el primer e-mail felicitándome por la Navidad. Claro, en el asunto del e-mail ponía “felicidades” y enseguida pensé que alguien me felicitaba por mi santo, que fue ayer... o por mi tercer aniversario de boda, que celebro hoy.... pero no... se trataba efectivamente de una felicitación navideña... así, de sopetón, un 4 de diciembre. Al comprobar el mensaje me he quedado un poco a cuadros... y enseguida me he visto en la obligación de pensar que quizá ya toca decorar mi casa con motivos navideños, o comenzar a pesar qué juguetes puedo comprar a mis sobrinos para no quedar muy mal.

El caso es que cuando estamos en estas fechas siempre llego a la misma reflexión: debemos procurar, en la medida de lo posible, ir nosotros por delante de la Navidad y no que la Navidad arrase con todos nosotros. Y esto lo digo porque cada vez me encuentro a más gente que no siente ningún aprecio por la Navidad... es más, le cansa. Unos dicen que es agotador tener que ir de casa en casa poniéndose hasta arriba de turrones, cava y lo que caiga (claro, a unos porque lo que no les gusta es engordar con las comilonas de estas fechas y, a otros, tener que saludar y dar conversación a ese cuñado o a esa prima que es pesada, “mira que es pesada”).

Pues eso, planificarse un poco lo que podremos hacer durante estas fechas no es un mal ejercicio, así tomaremos conciencia de qué es lo que queremos y podremos hacer... y qué es lo que vendrá ya escrito en el guión de los actos tradicionales de cada año. Salir de la monotonía es lo mejor y por eso estos días, sobre todo aquellos que puedan disfrutar de más fechas libres, es un bueno momento para hacer esas cosas que durante todo el año no se han podido hacer. Y en este capítulo entran muchas cosas, desde escuchar un disco ya comprado pero jamás escuchado, hasta leer un libro que dejamos a la mitad o visitar las cumbres del Galatzó. Todo vale para que no todo sea Papa Noel, los Reyes Magos o los regalos de El Corte Inglés.

Y como me meten prisa para cerrar este artículo para No Badis, repetiré el párrafo que ya dejé escrito aquí el año pasado: reivindico la Navidad de los sentimientos, aquella en la que uno descansa y no se dedica a meter horas en el Carrefour, aquella en la que uno charla tranquilamente con los amigos, escribe y felicita a los que tiene lejos, pasea a la abuela con la que tan pocas ocasiones está, lleva a los sobrinos al cine para que vean la última de Disney, disfruta con las comidas familiares, acompaña a los que están tristes y solitarios por las circunstancias que viven y, en definitiva, sueña con que la Navidad le permita a uno hacer un balance del año que le lleve a pensar que -pese a los tropiezos- realmente merece la pena vivir con intensidad en este mundo, aunque a muchos no nos toque el “gordo”. Feliz Navidad.

(DICIEMBRE 2007)

Pon un blog en tu vida, pero que tu vida no sea un blog



El mundo de internet y de las nuevas tecnologías avanza sin descanso, como dice la canción “no pares, sigue, sigue”. Y aquí el que se queda atrás se queda en la inopia, en la pura ignorancia, porque la gente joven, y no tan joven, utiliza internet cada vez más y cada vez para más cosas. Antes se entraba en la red para ver los temas que a uno le podían interesar o para “copiar y pegar” aquellos textos que quedan bien a la hora de “hacer” un trabajo solicitado por el profesor del instituto o de la universidad. Pero ahora ya no, hoy en día se pueden hacer muchas cosas usando el ratón, desde hacer la compra semanal en la web del supermercado del barrio, buscar y recibir ofertas de empleo, trámites administrativos del ayuntamiento, comprar entradas para un concierto, hacer un master on-line... y un largo etcétera.

Y ahora, la última moda ya no es sólo “hacer” cosas a través de internet, sino “mostrar” cosas, nuestras cosas, lo que sea... desde las más ridículas que se cuelgan en You Tube (como los bailes del Sr. Cerezo, un abuelo de Pamplona de 86 años que está haciendo de oro a su nieto, que ya presume de un millón de visitas a sus videos), hasta las más personales, esas que se publican en los millones y millones de blogs que circulan por la red, en las que cada uno escribe sobre lo que le da la gana, como mi humilde blog, en el que me limito a colgar los artículos que vengo escribiendo en No Badis desde 1999 (que no se me acuse de publicidad porque ni tengo ni cobro de anunciante alguno).

Por otro lado, cada vez son más los términos y los foros que hay que conocer, unos porque son de utilidad y otros porque se ponen muy de moda... y si uno no se entera de qué va el asunto puede ser acusado de ser un ciudadano que vive, como mínimo, en la Edad Media. Por ejemplo, yo me he enterado sólo este año de lo que es Facebook, de la moda de hablar de la Web 2.0, del programa Skype o de Second Life (sobre este último no he profundizado mucho porque no me van las vidas virtuales, me gusta tocar lo real). Lo más gracioso de todo esto es que si yo le hablo de estos temas a mis padres, o incluso a mi hermana de 38 años, lo más seguro es que les sonará a chino.

Y aquí, como ocurre con muchas cosas en la vida, lo más recomendable es que todo se puede conocer o, mejor dicho, conviene conocer todo... pero no conviene usarlo todo sin medida alguna, abusando del tiempo que cada uno tiene (el bien más escaso que tenemos, por el ritmo de vida que llevamos) y, lo más grave, olvidando el sentido común. Esto lo digo porque muchas de las nuevas herramientas que nos ofrece internet, algunas de gran utilidad, son positivas para cualquier persona cuando se usan con moderación y, sobre todo, cuando sirven realmente para algo.

Algunos me podrán acusar de estar dando un consejo de Perogrullo, pero la realidad es tozuda y nos demuestra que actualmente muchos jóvenes pasan más tiempo de ocio delante de una pantalla de ordenador que incluso viendo la televisión. La que antes era la “sagrada” televisión, de la que uno no se despegaba salvo que al día siguiente hubiera un examen o una cita con la novia/el novio... ahora parece que sigue siendo la “caja tonta”, pero doblemente tonta porque, simplemente, aburre. Ahora parece que lo más “in” es pasarse ocho horas conectados a internet tras regresar del colegio, la universidad o el trabajo.

Y aquí es cuando se puede dar el peligro. Cuando internet engancha del tal modo que al usuario/a del ratón se le olvidan la familia, los amigos, la novia/o, el examen, aquello de lo que es responsable, o incluso que necesita ir al baño... es cuando tiene que pensar urgentemente en el “háztelo mirar”. Por eso, para terminar, voy a repetir las dos ideas fundamentales que sobre internet creo que no debemos olvidar, hoy en 2008 (me adelanto unos días a las campanadas de fin de año, como veo que hacen los universitarios de Salamanca) y en 2078, cuando internet nos permita convertirnos en Wolfgang Amadeus Mozart en menos de 15 segundos (tiempo al tiempo). Allá voy: de Internet hay que conocerlo todo, pero que internet no nos coma nuestra vida. Entremos al ciberespacio cuando sea necesario, pero no olvidemos nunca nuestros espacios vitales.

(DICIEMBRE 2007)

Los mileuristas, sin pan ni cebolla



Resulta que la cebolla ha subido mucho, hasta un 22 %, y que la leche y el pollo también se disparan, con incrementos del 18%. No pasa nadaaaaa. No hay que ser mal pensados, seguro que alguien ha subido el precio de las cebollas para evitar que nos pongamos a llorar al cortarlas. Que buenos son los que manejan el mercado al vigilar, afortunadamente, por nuestro estado sentimental, no quieren que soltemos lágrimas en la cocina, que ya tenemos bastantes problemas en nuestra vida cotidiana como para encima tener que llorar con las cebollas.

Pero no, creo que ya nadie va a evitar que todos, amas y amos de casa, entremos pronto en una profunda depresión, ya sea con cebollas y sin cebollas. Y es que la cosa se está poniendo chunga, cada vez más chunga. El que aquí escribe antes se compraba litros y litros de leche (leche entera, fuera complejos) para atiborrarse de Smacks de Kellogg’s en aquellas noches en las que no sabía muy bien qué cenar... o para desayunar con calma en las mañanas de los fines de semana. Pero las cosas han cambiado. Ahora me lo pienso dos veces antes de llenar el carro del super con esos tetra-briks que contienen ese precioso líquido que sueltan las vacas. Y digo precioso líquido, porque ahora la leche también está por las nubes.

Y desde hace unos meses pasa un tanto de lo mismo con el aceite. Y esto es lo peor de todo, es un verdadero drama, porque aquí, en nuestra querida Mallorca, no podemos dejar de tomar un pa amb oli ninguno de los días del año. Es más, siempre he dicho que los mallorquines (al igual que en otras regiones de nuestro entorno mediterráneo) somos los únicos que vamos a un restaurante para tomar pan con tomate y aceite. Ahí es nada, nuestras salidas gastronómicas no son para la búsqueda de una lubina a la sal o un chuletón de buey... nos contentamos y somos muy felices con un sencillo pa amb oli. Bien, pues ahora, con esto de la subida generalizada de los precios y como esto siga así... va a resultar que nuestro plato preferido, por bueno y por barato, pronto se convertirá por la subida del aceite en un plato de lujo... lo nunca visto.

Y así continua la cosa, sin que nadie de un grito en el cielo. Afortunadamente yo no soy mileurista y mi mujer es trabajadora por partida doble, es decir, dirige la casa mejor que yo (yo participo en lo que puedo) y a la vez es profesora en un instituto, con lo que en mi casa entran dos nóminas cada mes. Pero nuestro caso, aunque ya es habitual en muchos hogares (hoy en día es difícil sobrevivir con un solo sueldo) no deja de ser una situación privilegiada, puesto que son millones (sí, millones) los españoles que son mileuristas. Y para estos millones de personas la subida de la leche, la cebolla y hasta el café del bar de la esquina comienza a ser algo realmente preocupante.

Si hace unos años el regalo de Navidad fue la eurocalculadora, para aprender a comparar euros con pesetas... ahora el regalo estrella puede volver a ser la calculadora, pero esta vez para comprobar, producto a producto, como el euro se va comiendo nuestros ahorros a la velocidad de la luz.
Como ya he dejado escrito en No Badis, a mi el euro me hizo una gran ilusión cuando llegó a nuestro país, por eso de compartir la idea romántica de una Europa unida... pero tengo que reconocer que hoy en día los billetes de euro me dan pánico... por lo rápido que se me van de las manos, sobre todo los de cinco euros, que parecen que son calderilla cuando en realidad cinco euros son casi las potentes 1000 pesetas de antes. Pues eso, soy de los que pienso que la revolución silenciosa ya ha comenzado en los hogares y que pronto más de uno gritará YA BASTA allí donde pueda ser escuchando. Será cuestión de que todos gritemos a la vez y en el mismo lugar, antes de que lo hagan nuestros bolsillos, antiguos amantes de las pesetas y que ahora ven pasar los euros... y casi ni los reconocen, por el escaso tiempo de convivencia al que les obliga el salvaje mercado.

(NOVIEMBRE 2007)

La verdad inconveniente de Al Gore como Premio Nobel de la Paz



La verdad es que para este número de No Badis no tenía pensado escribir sobre Al Gore, tenía otros temas en mente. Además, en septiembre de 2006 ya le dediqué un artículo en esta revista a este mismo señor, el que fuera durante ocho años nada más y nada menos que vicepresidente de Estados Unidos, la superpotencia mundial.

Por eso algunos lectores adictos a No Badis, que no sé si los hay, podrían acusarme de repetir tema. Y tendrían razón. Pero no, lo siento, el cuerpo me pide escribir otra vez sobre Al Gore. Resulta que a este señor le han concedido la pasada semana el Premio Nobel de la Paz y lo que quiero evitar con este artículo es que haya gente que piense que este galardón se lo merece.

Pues no, no se lo merece en absoluto. Y para ello voy a enumerar dos sencillas razones que destapan esta absurda mentira.

1) Como ya he dicho, el Sr. Al Gore fue vicepresidente de Estados Unidos durante ocho años, lo que quiere decir que este señor mandó mucho, fue alguien en la Casa Blanca, no fue un mindundi. Por lo tanto, durante aquellos largos ocho años podía haberle dicho a su presidente Clinton lo siguiente: “¿oye Bill, por qué no nos tomamos en serio esto del medioambiente y adoptamos medidas eficaces contra el cambio climático, la destrucción del ozono, el deshielo del Polo, etc, ect?”. Pues va a ser que no... durante aquellos años ni Al Gore ni Bill Clinton destacaron por este tema... y, a fecha de hoy, Estados Unidos sigue sin ratificar el Protocolo de Kioto. Es más, los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero, Estados Unidos y China, tienen planes para edificar cientos de plantas de electricidad que operan con carbón, el mayor emisor de dióxido de carbono o, lo que es lo mismo, el principal gas de efecto invernadero.

2) El que realmente se ha llevado el Premio Nobel a su bolsillo es la agencia de relaciones públicas o el asesor de imagen de Al Gore, ya que tuvo la genial idea de producir el video ecologista “Una verdad inconveniente”, con Al Gore como presentador, y que, al mismo tiempo, le esta permitiendo al ex-vicepresidente forrarse de dólares dando conferencias por todo el mundo. A este tío, al asesor de imagen, sí que le felicito porque se merece un diez, ha cumplido las expectativas para las que fue contratado... porque a uno no lo dan el Nobel de la Paz todas las semanas y Al Gore lo ha conseguido gracias a una estratégica campaña de relaciones públicas perfectamente calculada.

Después de estas dos afirmaciones, si conviene felicitar a los expertos que forman parte del Panel Internacional sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC por su sigla original), que comparte el Nobel con Al Gore. Estos sí merecen ser felicitados porque lo que sí es un hecho evidente es que el cambio climático es un tema que nos debe preocupar a todos, y que Naciones Unidas se preocupe en abordar este asunto con seriedad sí merece ser premiado.

Y como en esta ocasión he repetido tema, con el permiso del director de No Badis, también repetiré una frase que publiqué en esta revista hace siete meses y que está relacionada con todo esto. Ahí va: Según diversos estudios, los países del tercer mundo serán los más castigados por la destrucción del medioambiente. Es decir, en el norte soltando humos a todo tren para no detener la producción industrial y, en el sur, sufriendo las consecuencias negativas de la conducta de los países ricos. Esto sí me preocupa sinceramente y no tanto si los nietos de mis nietos tendrán que ir por la calle con mascarilla. Ya cometemos bastantes injusticias con el tercer mundo como para encima cargarles con el calentamiento global. Que San Kioto o quien sea tome cartas en el asunto porque la cosa parece que, ahora sí, va en serio.

(OCTUBRE 2007)

Lo que traerá la desaparición de Madeleine McCann



Estamos a punto de asistir a la conclusión de uno de los episodios más increíbles que todavía, a fecha de hoy, es de permanente actualidad en este mundo globalizado y extremadamente mediático. Me estoy refiriendo a la triste desaparición de la niña de cuatro años Madeleine McCann. Uno ya no se puede ir a la cama sin ver por la tele a los padres de esta niña saliendo de su casa en Inglaterra, declarando ante los tribunales en Portugal, recibiendo diariamente el acoso de la prensa, etc. Ahora los telediarios ya tienen la siguiente distribución: 15 minutos para las noticias de actualidad (sobre todo declaraciones y contradeclaraciones de los políticos), 10 minutos de sucesos y 5 minutos (o más) para la familia McCann. Luego, los 15 minutos de rigor para los deportes. La cosa, por lo tanto, empieza a cansar, aunque también es cierto que todavía está lo mejor por llegar: saber exactamente qué es lo que ha pasado.

En poco tiempo sabremos qué personas o colectivos van a tener que echarse las manos a la cabeza en función de la actitud que han mantenido con este tema. En primer lugar los que tendrán que analizar profundamente cómo se ha tratado este suceso son todos los medios de comunicación, en especial los del Reino Unido, que en su día montaron una campaña de captación de fondos para los padres de Madeleine que tuvo un éxito arrollador. Ahora, tras los últimos acontecimientos, si se confirma que el matrimonio McCann es responsable de la muerte o desaparición de la niña... alguien tendrá que dar un grito para advertir al mundo entero que antes de iniciar movidas de este tipo se tendría que pensar muy mucho si éstas tienen su justificación o no.

Otros que tendrán que analizar el tema son los departamentos de protocolo de las distintas administraciones o gobiernos que han querido salir en la foto con el citado matrimonio, así como los jefes de prensa de aquellos famosos que han querido colaborar en la campaña de captación de fondos económicos (los futbolistas Cristiano Ronaldo, David Beckham o Wayne Rooney, la escritora J.K. Rowling, los empresarios Richard Branson o Stephen Winyard). Hasta el Papa atendió al matrimonio en la Plaza de San Pedro. Benedicto XV seguro que lo hizo por razones de buena voluntad, ahora todavía nos falta por ver la intencionalidad de Gerry y Kate McCann.

Sean o no culpables los padres de Madeleine McCann de la desaparición de la niña, creo que todos, los medios de comunicación y los ciudadanos, deberíamos también reflexionar sobre la dimensión que ha tomado todo este asunto. La desaparición de Madeleine fue el 3 de mayo y ahora que estamos cerca del final de septiembre la noticia sigue siendo un acontecimiento que no para de ocupar espacios en los medios de comunicación. Curiosamente, en este intervalo de tiempo también hemos vivido el gran terremoto de magnitud 7,9 en la escala de Richter que sacudió el centro y sur de Perú. Aunque la desaparición de Madeleine y el terremoto de Perú no tengan nada que ver... es sintomático que lo primero siga ocupando minutos y minutos en la televisión y que lo segundo ya sea un hecho del pasado del que sólo se ocupan las ONG’s que trabajan sobre el terreno. Pues eso, visto lo visto, pase lo que pase con los McCann, todos deberíamos pararnos a reflexionar.

(SEPTIEMBRE 2007)

La generación Google y la muerte del copyright



El uso de internet se ha extendido como la espuma entre todos los públicos y en todos los ámbitos, ya sea en el trabajo, en el colegio, en la universidad o en el hogar. Hasta mi madrina, que ya supera los 70 años, ha aprendido a manejarse por la red, algo que yo veía impensable hace tan sólo cinco años.

Y el uso de internet es como todo, si se abusa, si no se emplea racionalmente (con moderación y cuando es necesario) acaba convirtiéndose en una herramienta que puede llegar a ser perjudicial incluso para la salud, sobre todo para la salud mental. En el número anterior de esta revista centré mi artículo en lo absurdo de empeñarse en buscar un amor a través de internet, creando esas relaciones virtuales que nunca se sabe cómo pueden terminar (el artículo se puede encontrar en www.nobadis.net / numeros anteriores / opinión, para el que esté interesado en el tema).

En esta ocasión regreso de nuevo con el tema de internet, pero ahora para tratar otro asunto que cada día preocupa más a nuestros educadores: el uso indiscriminado de internet para copiar y copiar textos, simulando que uno entrega al profesor un trabajo muy bien elaborado, tras supuestas horas y horas de gran esfuerzo y dedicación. Todo mentira. El copyright ha muerto.

Esta situación ha llegado hasta tal punto que ahora los profesores, cuando les toca analizar los trabajos de sus alumnos, se ven en la obligación de convertirse en aunténticos “CSI’s” de la investigación para comprobar si lo que tienen delante es un plagio como una catedral o una retahíla de textos copiados de varias páginas web. Y el caso más dramático: cuando se trata de un texto de internet sin sentido alguno, es decir, un texto que el alumno ni se ha molestado en leer para ver si tiene relación alguna con la materia del trabajo solicitado en clase.

Sobre esta nueva forma de trabajar en las aulas, en el Diario de Mallorca pudimos leer recientemente las declaraciones de Santos Urbina, profesor del grupo de Tecnología Educativa de la UIB: “los alumnos tienden a acumular documentos sin contrastarlos, trabajarlos o reflexionar sobre ellos, por lo que el aprendizaje es más que cuestionable”.

Lo que quizá no saben algunos alumnos es que el profesor puede utilizar su misma herramienta para “pillarles”. El propio Santos Urbina señala que “cuando detectamos frases sospechosas las introducimos entre comillas en Google, de forma que sale el listado de artículos donde aparece la misma cadena de texto”. Y el profesor añade: “un cambio brusco en la calidad del trabajo evidencia un copia y pega”.

En mi caso pertenezco a la generación de EGB, aquella en la que internet no existía para el ciudadano medio y en la que uno se tenía que esforzar en buscar una buena enciclopedia para poder entregar un trabajo medianamente presentable al profesor. Todavía guardo en mi memoria aquellas mañanas de los sábados en las que nos reuníamos varios amigos de la clase para elaborar, entre todos, un trabajo en equipo. Cada uno aportaba sus fuentes de información, generalmente las fotocopias de la enciclopedia que cada miembro del equipo tenía en su casa. Cuando la situación se ponía chunga todos juntos nos desplazábamos a una biblioteca en busca de más documentación, lo que se convertía en una tarea apasionante que estimulaba a que todos nos metieramos en el tema con profundidad.

No vamos a descubrir ahora las bondades que tiene internet para la investigación y la búsqueda de documentación, que las tiene y muchas. Pero creo no estar equivocado al pensar que a más de un profesor le gustaría saber si sus alumnos son capaces de presentar un buen trabajo sin necesidad de entrar en internet. Hoy en día decir esto puede resultar una barbaridad, pero la realidad es que Google ha traído a los alumnos la solución más rápida y sencilla lo que, una vez más, nos lleva a la reflexión de si compensa una metodología de estudio sin esfuerzo. Eso no es verdadero aprendizaje.

(MAYO 2007)

El hombre del tiempo lo tiene crudo



Al final vamos a tener que darles la razón a los ecologistas y a todos aquellos científicos expertos en medioambiente que desde hace ya muchos años nos vienen avisando de los peligros de la destrucción de la capa del ozono, del cambio climático, del calentamiento global, del efecto invernadero... y de todo eso que se puede resumir en una frase: “Nos estamos cargando el planeta tierra”.

La verdad es que se trata de un problema que cada vez preocupa más al ciudadano medio y ya no tanto por lo se ve en las noticias de la tele, en los periódicos o porque no se para de hablar de la película-documental del ex-vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore. No, no es por eso. El hecho de que el mundo donde vivimos tiene una pupa (o varias) es una idea que está calando en la sociedad porque ha llegado un momento en el que lo estamos notando en el día a día, en nuestra vida cotidiana.

Y es que, además, es un problema con el que convivimos desde las primeras horas del día. Cuando uno se dispone a vestirse llega la gran duda: ¿Qué me pongo hoy?. Y esta duda no es por el tema puramente estético (no, no voy a hablar de la “cultura de los pantalones caídos” de la que ya hablé en el pasado artículo)... de si uno va a estar más o menos guapo. La duda se genera porque por mucho que miremos por la ventana, ahora ya no sabe en qué estación del año nos encontramos. O nos morimos de frío en los meses supuestamente veraniegos o nos morimos de calor en los meses de invierno. Aquella frase tópica de que “el tiempo está loco” ahora es más real que nunca.

Precisamente en estas dos últimas semanas en Mallorca (estando en el mes de marzo) hemos pasado de tener un par de domingos en los que cualquiera ha podido ir a la playa a coger los primeros “colores ¿del verano?” y a jugar con la arena (véase a la reina de mi casa haciendo sus experimentos con la arena)... y, en el mismo periodo de tiempo, hemos sufrido un vendaval que ha levantado los techos del aeropuerto de Son Sant Joan.

Personalmente he optado por tomar unas medidas un tanto ridículas para superar esta situación. Por un lado no se me ocurre mirar en la tele al hombre del tiempo (una profesión con los días contados, lamentablemente para el gremio) y, por otro, salgo siempre a la calle con mi chubasquero rojo. Esta prenda me permite resguardarme del viento y de la lluvia cuando llegan sin avisar... y, si lo que hace es calor, el chubasquero pesa poco y lo llevo entre mis brazos. Este modus operandi me ha evitado la pesada carga de tener que llevar siempre encima un jersey, una prenda que ya es desconocida en mi vida por encontrarla innecesaria. Este invierno caluroso ha sepultado en el olvido mi modesta colección de jerseys.

Fuera bromas, lo peor de estas dos semanas en relación a este tema ha ocurrido cuando ha caído en mis manos una revista que ha publicado las siguientes declaraciones de Eulalia Moreno, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): “El calentamiento global afectará sobre todo a las naciones desfavorecidas social y económicamente, con impactos negativos en sus recursos naturales y socioeconómicos. En general, el efecto será más visible en el hemisferio sur. Esto no significa que las consecuencias del cambio climático vayan a ser insignificantes en Europa o América del Norte, pero los países de esas regiones están mejor preparadas para afrontarlas”.
La frase da que pensar. Los países del tercer mundo, de ser cierta la predicción de esta investigadora, serán los más castigados por la destrucción del medioambiente. Es decir, en el norte soltando humos a todo tren para no detener la producción industrial y, en el sur, sufriendo las consecuencias negativas de la conducta de los países ricos. Esto sí me preocupa sinceramente y no tanto si los nietos de mis nietos tendrán que ir por la calle con mascarilla. Ya cometemos bastantes injusticias con el tercer mundo como para encima cargarles con el calentamiento global. Que San Kioto o quien sea tome cartas en el asunto porque la cosa parece que, ahora sí, va en serio.

(MARZO 2007)

Todos con el culo al aire



Las modas van y vienen, pero algunas realmente asustan si lo hacen con el objetivo de permanecer... y es que voy a comentar esta tendencia que ahora vemos por la calle de mostrar medio culo al aire. Así, sin más, sea invierno o verano, ahora parece que enseñar la rayita es muy fashion (con todo lo que pueda haber ahí: pelos, tatuajes, gérmenes y restos varios de lo que sea).

En diciembre de 2003 ya escribí un artículo en esta revista (se puede consultar en www.nobadis.net / números anteriores / diciembre 2003 / opinión) sobre otra moda femenina, la de mostrar el tanga. Han pasado varios años y ahora, de repente, parece que los hombres no hemos querido ser menos y se opta por presumir sin tapujos de esa rayita que separa los glúteos. Aquí ya muchos estamos curados de espantos, sobre todo ahora que entramos en el siglo XXI y nadie pueda aventurar lo que nos queda por ver, pero no podemos negar que esto de hacer escaparatismo con el culo tiene su miga.

La industria del cinturón está realmente preocupada con el tema y la del pantalón anda desconcertada, puesto que ahora la medida básica yo no es la cintura, sino la anchura de las nalgas. Esto obliga a producir pantalones elásticos que se puedan amoldar sin problemas a cualquier altura del cuerpo, ya sea enseñando media raya del culo o en su totalidad (que también los hay exhibicionistas, por no decir otra cosa).

Pero si los cinturones y los patrones de medir ya no tienen sentido, los que están en un sin vivir son los padres de familia, que ya no saben si realmente lo que sale de su casa es su hijo (que ha crecido y ha sido educado en el hogar) o una especie de modelo de la pasarela Cibeles luciendo esos trapos que tan sólo se llevan en los desfiles de moda pero que ni el Tato se atreve a ponérselos para ir por la calle.

Y este desconcierto en el hogar debe provocar serios problemas, porque los padres ya no saben si ofenden a sus hijos si se les ocurre regalarles un cinturón en su cumpleaños. Y, por otro lado, las madres también andan locas por descubrir cómo se puede sobrevivir en la vida sin usar calzoncillos... y se preocupan por si a su niño le entra la gripe o virus varios por la raya del culo (aunque, pensándolo bien, quizá el ciudadano medio es el que debería preocuparse por los virus que puedan sacar a la calle los adolescentes adeptos a esta moda).

El caso es que esta moda parece que ha cuajado y si los padres no saben cómo interpretar esta nueva tendencia ya no digamos los abuelos... que empiezan a pensar que tienen unos nietos que están dejando la buena fama de la familia a la altura del betún. Ya sea por inspiración en el Rap o en el Hip Hop, esto de ir con los pantalones caídos no creo que sea sólo con la intención de enseñar que uno lleva calzoncillos Kalvin Klein. Tiene que haber algo más detrás y quizá, con el tiempo, acabaremos descubriéndolo.

Y para terminar con el tema, y tras reflexionarlo un buen rato, sólo logro llegar a una conclusión: se trata de una moda poco estética, incómoda y para jóvenes poco inteligentes. Tan sólo es recomendable para aquel que tenga frecuentes apretones debido a problemas intestinales. En este último caso tiene su lógica, en los otros realmente no la encuentro.

(ENERO 2007)

Abrazos gratis



Hay que ser muy freaky (friki en su versión oral española) para salir a la calle acompañado de un cartelón con el lema “abrazos gratis”. Todo ello con la única intención de abrazar a desconocidos, personas con las que el freaky en cuestión nunca ha tratado y que seguramente no volverá a ver en su vida tras el correspondiente abrazo.

Pero el tema tiene su historia. Juan Mann, un chico australiano que vivía en Londres volvió a su país natal tras residir varios años en la capital inglesa. Al regresar a su tierra se sintió solo, sus padres se habían divorciado, se acababa de separar de su prometida y su abuela estaba muy enferma. En la zona de llegadas del aeropuerto de Sidney empezó a ver como los pasajeros eran recibidos con gran alegría por sus familiares, con los habituales abrazos y sonrisas. Para animarse decidió ir a una fiesta, donde una desconocida le regaló un abrazo. Así describe ese momento: “Me sentí como un rey, fue lo mejor que me había pasado nunca”. Seis meses después de este suceso decidió salir a repartir abrazos gratis a la gente que transitaba por la calle Pitt Mall, en Sidney.
Juan Mann siguió con su campaña y salió todos los jueves por la tarde a repartir abrazos en el mismo lugar. Shimon Moore grabó al protagonista y también el intento frustrado de la policía de prohibir el movimiento. Pasaron los años y Juan Mann pasó una mala racha por la muerte de su abuela. Entonces Shimon Moore, para animarle, editó las imágenes en una noche y le regaló el video. Seguidamente se subió a Youtube y gracias a la fuerza de este medio de comunicación se inició el movimiento en todo el mundo. Ahora en Youtube se pueden ver abrazos entre desconocidos provocados en distintas ciudades del mundo.
La historia tiene su miga, ya que ha sido una anécdota iniciada inocentemente por un joven de Australia y que ha terminado convirtiéndose en un fenómeno social y universal. Aun así, lo que nos queda de esto no es sólo la generación espontánea de Abrazos Gratis en todo el mundo y en internet. Lo que creo que es más importante es que Abrazos Gratis ha venido a demostrarnos que la gente, mucha gente, tiene necesidad de atención, de cariño, de compresión, de consuelo.
El propio Juan Mann cuenta que entre sus primeros abrazos callejeros estuvo el de una persona que estaba hundida por la muerte de su perro en esa misma mañana, o casos más tristes, como la de aquella madre que recordaba el primer aniversario del fallecimiento de su única hija en un accidente de coche y que al recibir el abrazo de Juan Mann siguió andando con una reconfortante sonrisa.
La soledad oculta en nuestro interior o, dicho de otra forma, la habitual necesidad de expresar y compartir los sentimientos más profundos de cada uno, no es algo tan sencillo de solucionar. Hoy en día ya casi no tenemos tiempo para estar con la novia, la esposa o el amigo fiel para descargar nuestras tensiones, para compartir nuestras desesperaciones. La ansiedad que nos provoca el tener que hacerlo todo corriendo, el ritmo frenético que nos han traído las nuevas tecnologías en el trabajo diario (el teléfono móvil abierto las 24 horas, gestiones que antes llevaban horas y que ahora con un e-mail quedan resueltas... ), la continua exigencia de obtener mayor productividad, mayor eficacia, mayor rapidez y, por lo tanto, mejores resultados... todo esto ha logrado que ya no dediquemos el tiempo suficiente para compartir todo aquello que realmente más nos afecta a cada uno de nosotros como persona.
Ningún trabajo, ninguna responsabilidad, ninguna ocupación debe hacernos perder el norte de las cosas que son verdaderamente importantes en la vida. Nuestro paso por la vida nunca debería estar centro en lo superficial o en lo material. Y es que nunca deberíamos de llegar al límite de tener que ir por la calle y sentir la imperiosa necesidad de recibir un abrazo, buscando desesperadamente a un freaky de Abrazos Gratis. Si llegamos a este extremo es que algo va mal en nuestras vidas. Otra cosa ya es aceptar ese abrazo con la idea de participar en el espectáculo, para sentirse uno freaky por un día en nuestra propia ciudad y para posteriormente salir en programas de cámara oculta. Pero eso sí, el mejor abrazo, el auténtico, es el que se da y el que se recibe al llegar a casa.
(DICIEMBRE 2006)

¿Teléfono móvil a los 10 años?



El otro día abro un periódico local y me encuentro con la siguiente noticia: “El uso del teléfono móvil se ha extendido en nuestra comunidad. El 49 % de los menores de las Islas Baleares, con edades comprendidas entre los 10 y los 14 años, tienen teléfono móvil, según datos del Instituto Nacional de Estadística”.

Tiene tela el tema. La mitad de los niños de Baleares ya tienen entre sus pertenencias un teléfono móvil. ¿Es esto un éxito de la sociedad del bienestar?, ¿es una sana preocupación de los padres para que sus hijos puedan estar bien comunicados con la familia y con la pandilla de la clase?. Pues yo creo que ni lo uno ni lo otro. Se trata, sin duda, de un éxito más del consumismo salvaje, del tener por tener, del apetecer por apetecer.

Y es que me hago la siguiente pregunta: ¿Para qué narices un niño de 10 años necesita un teléfono móvil?. ¿No le basta ya con la Play Station? o, por citar algo más sano, la bicicleta, la pelota de fútbol o la mesa de ping-pong. Pues no, ahora resulta que Papá y Mamá han visto que el nene necesita un móvil porque tiene un serio problema: los compañeros de pupitre de Pedrito se mandan SMS… y claro, el nene no tiene. Y eso no puede ser. Pues nada, ¡a comprárselo!.

Entiendo que unos padres puedan dejarle (repito, dejarle) un móvil a su hijo para una determinada circunstancia, para que éste pueda avisarles de que le tienen que pasar a buscar al terminar el entrenamiento del fútbol, las clases de piano o el repaso de matemáticas… pero de ahí a regalarle al niño un móvil para su libre albedrío, para su uso y disfrute… eso si que no me entra en la cabeza.

Y claro, lo que a mi me asombra no es que el niño quiera tener un móvil… porque un niño, si es niño, lo que quiere es tenerlo todo, e incluso llegar a ser bombero o jugador del Real Madrid o del FC Barcelona. Un niño, por naturaleza, quiere ver convertido sus deseos en realidad… y, si no logra lo que quiere, pues llora: Papáaaaa quiero esto, Mamáaaaa quiero esto. Entonces, lo grave es que el 50% de los padres de las Islas Baleares hayan dicho: “¿Quieres un teléfono móvil?. Claro mi niño, aquí tienes, ahora mismito llamo al banco para domiciliar las facturas de tu teléfono en mi cuenta. No te preocupes, aquí tienes, y mira, este también hace fotos”.

Vale, le estoy poniendo un poco de teatro y de exageración al tema, pero es que el tema es preocupante. Ya no entro en el uso que le puede dar un chaval de 10 años a un teléfono móvil, si se dedicará a perder el tiempo en clase mandando SMS, si lo que hará será votar a su cantante favorito de Operación Triunfo (1,2 euros el mensaje), o si se bajará politonos como el de “Opa yo viaze un corra”.

La Fundación Eroski ha señalado en su revista que “no se puede dotar a los niños de instrumentos excesivos para la edad que tienen. Los padres aseguran que están más tranquilos si el niño lleva móvil, pero no se percatan de que su hijo tiene en la mano un juguete que puede utilizarlo en una dimensión más allá de lo que está a su alcance”.

La revista también señala que “estamos llenando a los niños de vida adulta cuando tendrían que vivir la niñez. Antes no se podía regalar a los hijos todo lo que pedían porque no había dinero, mientras que ahora sí se hace y muchos niños no tienen edad para digerir este tipo de cosas. Los padres actuales tienen suficiente dinero pero no suficiente criterio. Suelen decir a todo que sí para no crear un litigio con sus hijos”.

Sobre el “chantaje moral” que puede suponer para los padres el conocer que algunos niños se ríen de sus hijos por no tener móvil, los psicólogos recomiendan hablar con los pequeños para hacerles entender el verdadero valor de la amistad y de las relaciones con los demás, de manera que “si un niño rechaza a otro por esta circunstancia, habría que enseñar al menor a buscar otros amigos en lugar de ceder, porque entonces más adelante pedirá otra cosa”.

Para terminar, una reflexión. ¿Se han parado a pensar estos padres lo que significa este regalito para un niño?. Esta claro que no. Si piden un móvil en la infancia, ¿qué pedirán en la adolescencia?. Las prioridades de un niño, o niña, de 10 años son otras. Y la responsabilidad de los padres es ejercer correctamente y con sentido común su papel de educadores.

(OCTUBRE 2006)

De uno que quiere cambiar el mundo a destiempo



Al Gore. Quizá muchos ya no recuerdan este nombre. Fue vicepresidente con Bill Clinton durante 8 años, es decir, durante 8 años fue vicepresidente de la primera potencia mundial, Estados Unidos. Y, curiosamente, tras finalizar sus mandatos como número dos, estuvo a punto de convertirse en presidente, en el líder de los líderes mundiales, pero no lo consiguió por un puñado de votos, unos cuantos votos que sí le dieron la presidencia a George Bush hijo, o George Bush II, actualmente residente en la Casa Blanca.

Pues bien, años después de su periplo político Al Gore, ahora ciudadano de a pie, aunque cobrando miles o millones de dólares por sus conferencias, de nuevo aparece en los periódicos porque ha organizado personalmente una cruzada ecologista por todo el mundo. Las teorías que defiende, sobre las que no voy a discutir, insisten en la idea de que si seguimos destruyendo el medioambiente, la capa de ozono, etc, etc, al mundo ya no le quedarán demasiados siglos por delante. Si eso es así nosotros ya no lo veremos, pero por si acaso va de país en país recordándolo en hoteles y en congresos de todo tipo. Repito, no se trata ahora de analizar si eso es verdad, que algo de verdad tiene, pero si es un momento oportuno para recordarle al bueno de Al Gore que quizá su denuncia llega algo tarde, es decir, cuando su poder político, su poder decisorio y su influencia mundial ya es historia.

Durante los próximos meses, y así lo acaba de hacer en Madrid, Al Gore nos recordará los desastres que el hombre realiza sobre la naturaleza, bien ciertos y contrastados, y nos dirá que es hora de tomar soluciones al respecto, que hay que cumplir lo que marca Kioto e incluso ir más lejos, etc, etc, pero seguramente nadie se atreverá a preguntarle en alguna de sus conferencias... ¿por qué no se tomó en serio este tema durante sus 8 años como vicepresidente de los Estados Unidos?, ¿por qué no impulsó durante aquellos 8 años medidas ejemplares en materia medioambiental que hubieran podido ser ejemplo para todo el mundo?.

Pues no, auque su fama como defensor del medioambiente venía de muy atrás, los ochos años en los que fue todopoderoso con Clinton tuvieron poco o nada de ideología verde. Ha tenido que ser años después que, de repente, la lucha en defensa del ozono vuelva a ser una de las prioridades de su agenda... y yo añadiría que de su bolsillo. No hay nada como recuperar la fama de los años en la Casa Blanca y volver a los periódicos como adalid de batallas mundialmente populares. Eso siempre se vende muy bien en los periódicos, en los talk-shows televisivos y en los reportajes de las revistas de fin de semana. Sin duda es una campaña de marketing perfectamente orquestada.

A los ecologistas al menos les queda la esperanza de que Hillary Clinton sea la próxima presidenta de los Estados Unidos, que lo será (admito apuestas), y que entonces Al Gore regrese a la Casa Blanca junto con la familia Clinton, pero sin dejarse en el hotel sus papeles en los que nos habla sobre su lucha por una atmósfera más limpia. Sería entonces el momento en el que Al Gore podría dejar su papel de conferenciante de alto standing y comprometerse de verdad a cambiar el mundo.

Sea o no sea así, mi sueño llegará el día en el que los líderes del primer mundo dejen de interpretar un papel puramente institucional, políticamente correcto, y pasen a convertirse en verdaderos artífices de un cambio mundial en los temas que realmente preocupan. Y no sólo el medioambiente, también otros muchos como el hambre, el sida o la falta de infraestructuras de aquellos países que se desmoronan cuando se suceden las distintas catástrofes naturales. Si, es un sueño, quizá una utopía, pero no está prohibido soñar.

(SEPTIEMBRE 2006)

La generación web



Sin duda una de las empresas más espabiladas en esto de la publicidad es Nike (no, no busquéis un anuncio de esta marca en No Badis, ni yo cobro comisiones de esta multinacional del deporte, lamentablemente). La fuerza de su reconocimiento mundial es tan grande que ha sido una de las pocas empresas que incluso se ha permitido el lujo de quitar su nombre en su logotipo. Ahora esa letra V voladora no necesita ir acompañada de la palabra Nike porque todo el mundo sabe que marca es cuando ve ese símbolo, por ejemplo, en la ropa del patrocinado Rafa Nadal u otros muchos deportistas de primera línea.

El otro día se me acerca mi sobrino, que todavía no alcanza ni los 10 años y me dice: “Tio Javi, ¿has visto la página web Juga Bonito de Nike?”. La verdad es yo no tenía ni idea de tal página web, aunque sí había visto por televisión el anuncio de esta campaña publicitaria de la empresa deportiva. Y como me picó la curiosidad, entré en internet y descubrí que lo que le había llamado la atención a mi sobrino era un video de 22 minutos de duración en el que 345 personas de 88 países se van pasando una pelota de fútbol de unos a otros. El video en cuestión tiene su punto gracioso, pero para verlo uno o dos minutos, no más, porque aguantar 22 minutos de pases de balón requiere una cierta dosis de paciencia.

Pero lo importante de toda esta historia no es el éxito de la publicidad y el marketing de Nike, si tienen mucho dinero y buenas ideas eso es fácil hasta cierto punto. Lo relevante es que esta marca haya conseguido que un mequetrefe de 9 años y toda la clase de su colegio se hayan enganchado a su página web. En este siglo XXI hemos entrado, definitivamente, en otra dimensión. Hace unos 15 o 20 años la principal ilusión de un niño de 10 años, mi principal ilusión, era pillar el suplemento TBO de alguno de los principales diarios nacionales o autonómicos, para entretenerme con las viñetas de Zipi-Zape, Carpanta o Mortaledo y Filemón. Ahora no, ahora los cuentos de Asterix, Tintin & company... ya son para mentes más elevadas, para minorías.

Si mi padre ya alucina cuando le digo la palabra buscador (Google mejor ni se lo pronuncio, que suena muy raro), blog o, lo más atrevido, comprar un billete on-line... no sé que será dentro de 15 años cuando mi niña de 8 meses me introduzca en el nuevo vocabulario que tendrán las tecnologías del futuro. Para el 2020 mi padre ya estará en la era Neandertal de las tecnologías y yo intentaré no perder comba, no como ahora, que ya empiezo a perderme con los móviles WAP, los MP-3 y los teléfonos Blackberrry (ya son ganas eso de mandar e-mails a través del teléfono móvil, uno ya nunca podrá desconectar del trabajo). Eso sí, en el caso de que mi padre me llame ignorante en 2020, yo al menos le podré decir que en 2006 monté mi blog (os invito a verlo, XXX).

La generación web la tenemos aquí, no tiene marcha atrás. A los adultos nos conviene no perder el carro, ya que de no actualizarnos nos quedaremos sólo en el mundo del correo electrónico y, como Kevin Costner en la película “El Cartero”, nos convertiremos en románticos defensores del lenguaje escrito y poco más. Por lo tanto, estaríamos ya muy lejos, por ejemplo, de la llamada a móvil por videoconferencia (sobre esto último trataré de escribir un artículo el próximo curso académico porque este nuevo sistema de comunicación, que será utilizado por todos en muy pocos años como ya ocurre en Japón, promete que más de uno viva situaciones realmente cómicas).

En fin, todo evoluciona, incluso No Badis, que hace unos años era en blanco y negro, ahora es a color y ya tiene su página web (www.nobadis.net). Menos mal que muchos todavía intentamos descubrir cosas fuera de internet y nos seguimos quedando sorprendidos, por ejemplo, de lo bella que puede ser una playa en verano a las siete de la tarde, cuando los turistas ya están en el hotel embetunándose de after-sun y cuando el sol se va despidiendo para decirnos hasta mañana.

(AGOSTO 2006)

Rocío hasta en la sopa



Se ha montado la de Dios con el fallecimiento de Rocío Jurado. Ha sido la bomba. En la mañana en la que se conoció la noticia tuve la oportunidad de ver el telediario de las 15.00 en TVE-1… y quedé impactado. No sólo porque durante el mismo pusieron casi íntegra la canción de “La ola” (ya no sabía si estaba viendo el telediario o “Sábado noche”, programa musical por excelencia del fin de semana, que antes producía la empresa de Jose Luis Moreno), sino también porque ya habían pasado 15 minutos del telediario y la noticia seguía siendo Rocío Jurado. Además, la presentadora, Ana Blanco, se saltó el guión diciendo algo así: “esta noticia ha sido muy importante y ha tenido una gran repercusión nacional, volveremos con ella antes de los deportes”.

Y este telediario no lo fue todo. La parrilla del jueves 1 estuvo dedicada en una parte muy considerable a la información y a los comentarios sobre la muerte de Rocío Jurado, con Ana Rosa Quintana favorecida, de nuevo, por los buenos resultados de audiencias, tanto en su edición matinal de “El programa de Ana Rosa” como en el especial nocturno “Rocío, va por ti”, que superó al especial preparado, a su vez, en TVE por el equipo de “Corazón, corazón”. Sin duda, la España profunda de la pandereta volvía en pleno siglo XXI. Fueron 24 horas de funeral permanente, y mucho más si sumamos las horas dedicadas en los días posteriores.

Antes de continuar aclaro que guardo un profundo respeto por Rocío Jurado y por sus millones de fans en todo el mundo. Es más, aunque la copla no sea uno de mis estilos musicales preferidos, reconozco que algunas canciones de la tonadillera tienen su gracia y, quien más quien menos, las hemos tatareado alguna vez… muestra de que esta mujer ha estado siempre acompañada del éxito.

Y, aclarado este punto, sigo con otra crítica que ha suscitado la muerte de la cantante: el acoso de la prensa a la propia familia Jurado-Carrasco. Y es que hay que preguntarse: ¿qué sentido tenía que hubiera más de cien periodistas haciendo guardia frente al domicilio particular de la familia?. ¿Nadie se paró a pensar que precisamente Rocío Jurado no estaba ingresada en un hospital para poder morir tranquilamente, repito, tranquilamente, junto a los suyos?.

Incluso el Gobierno ha tenido que pedir a los medios de comunicación una reflexión sobre cómo se hacen compatibles el ámbito de lo público y de lo privado. El Ejecutivo ha hablado a través de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega que, tras expresar su pésame por la muerte de Rocío Jurado, ha lamentado que prime “el deseo de competir” sobre “el derecho de una persona enferma y su familia a la intimidad”.

Amador Mohedano, hermano y “manager” de la cantante, tuvo que reclamar ”respeto” por el “dolor” que está viviendo la familia. Pidieron a los cámaras y reporteros gráficos que no grabasen imágenes del jardín de la casa: “Necesitamos salir, llorar y hacer las cosas que haría cualquier ser humano en esta situación sin ser fotografiados. Tenemos derecho a todo ello y no lo respetáis, al menos algunos de vosotros”.

La noticia era importante, porque lo era. Muestra de ello ha sido el fervor con el que lo han vivido miles de españoles, sobre todo en Andalucía, y mucho más en Chipiona. Pero siendo importante, nunca hay que olvidar que en un país pasan otras muchas cosas relevantes a lo largo de una semana y, sobre todo, que el respeto es fundamental cuando alguien tiene que dar a conocer un fallecimiento a todo un país, sea de una famosa como Rocío Jurado o sea del panadero de mi barrio.

(JUNIO 2006)

La inmigración no sólo es cuestión de control de fronteras

Nuevamente el tema de la inmigración vuelve a ocupar grandes espacios en los medios de comunicación y esta vez no sólo en España, también en los Estados Unidos. Por un lado tenemos las avalanchas de inmigrantes en Canarias. El Gobierno insular ha exigido que la llegada de inmigrantes irregulares al archipiélago sea considerada un asunto de Estado y que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reciba cuanto antes al presidente canario, Adán Martín, para abordar el asunto.

Todo ello se produce después de un fin de semana en el que se ha registrado la llegada clandestina de 1.100 personas, sobre todo de africanos que han llegado en pequeñas embarcaciones o pateras. Para tratar de solucionar este problema el Gobierno ha dicho que se reforzará a corto plazo la vigilancia aérea y marítima de las fronteras y que se suscribirán nuevos acuerdos con países de África. Incluso se ha manifestado que se contratará un satélite para obtener más información, lo que incluso le da un toque peliculero y de espectáculo al asunto. Como si el problema fuera sólo el control desde el espacio de las pateras que se acercan a España… cuando la cuestión va mucho más allá.

Y, por otro lado, en Estados Unidos Bush ha anunciado en un discurso a la nación que enviará 6.000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera con México de forma temporal para intentar atajar la inmigración ilegal. Ha dicho que las autoridades de EE.UU. no tienen "pleno control" de la zona. Su discurso coincide con la reanudación en el Senado americano del debate para la reforma completa del sistema migratorio, que incluye el endurecimiento de la seguridad en la frontera y la creación de un programa de trabajadores temporales que abra una puerta a la regularización de buena parte de los casi 12 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula que viven en EE.UU.

Como vemos, los dos gobiernos han apostado por reforzar el control de sus fronteras, con mayor vigilancia, mayores medios y lo que haga falta, incluso alquilar un satélite. La situación de todas formas no es nueva, ni será la última ocasión que aparezca en las noticias de portada de los medios de comunicación. Es un problema de ida y vuelta, como muchos de los inmigrantes que logran llegar a la orilla: son deportados para regresar del nuevo al país del que huyeron.

Aunque en un artículo de corta extensión como este es imposible abordar la multitud de aspectos que acompañan a este fenómeno, si es posible soltar aquí una idea de Perogrullo: ¿No se han parado a pensar los gobiernos que reciben estas avalanchas que una posible solución sería una sincera ayuda al desarrollo a los países de su entorno?. Y repito lo de sincera, porque sincera no significa sólo ayudar a ONG’s que trabajen en África o México, o montar campos de refugiados de la Cruz Roja.

Cuando digo lo de ayuda sincera me refiero a que en Europa, por ejemplo, podrían reunirse los 25 países de la Unión Europea, y los que no pertenecen a la Unión, para sentarse y definir una especie de “Plan Marshall” para África. Pero un “Plan Marshall” a lo bestia, riguroso, no sólo un poquito de aquí, otro poquito de allá, un 0,7 % si llego, yo un 0,5%, tu un 0,6% etc. Parafraseando a Emilio… ¡Un poquito de por favor!. ¿A qué tenemos que esperar para ponernos en serio con este tema?, ¿hemos de seguir esperando a que el cantante Bono siga presionando a la clase política?.
Sinceramente no creo que sea falta de presupuesto, ni miedo a una recesión económica mundial por el hecho de tener que destinar fondos al desarrollo. Se trata sin duda de una falta de voluntad política, de querer y no de poder, porque poder se puede. Quizá todavía tendremos que esperar a que se produzcan desastres mayores para que alguien abra los ojos y despierte a los que haya que despertar. Y el problema es que el drama continúa mientras algunos bostezan.

(MAYO 2006)