15 octubre 2008

Arde Francia

En el momento en el que estoy escribiendo estas líneas continúa en Francia una revolución muy distinta a la de 1789 y a la de 1968… pero que tiene asustadas y en vilo a más de una decena de poblaciones de nuestro país vecino, incluida París, y que asombra a toda Europa, que mira con lupa lo que está ocurriendo allí para tratar de entender a qué se debe todo este follón.

Y no es para menos, yo no sé que cara pondría si un día salgo a la calle y me encontrara con más de mil coches quemados en mi barrio, el colegio destruido y la comisaría de policía calcinada. Quizá pensaría que alguna productora de Hollywood habría tomado la ciudad para rodar una película de Arnold Schwarzenegger… Pero lo que está ocurriendo en Francia no es el guión de una película de ciencia-ficción. Es muy real y llama la atención que el presidente francés, Jacques Chirac, no haya salido a la palestra hasta pasados diez días de esta impresionante revuelta.

El conflicto comenzó el 27 de octubre, cuando dos subsaharianos murieron electrocutados en una central de alta tensión, al parecer cuando escapaban de una persecución policial. Al margen de este triste accidente, los sucesos que se han desencadenado en los días posteriores han puesto en evidencia dos situaciones peligrosas: una, que el país no tiene los medios suficientes para controlar situaciones de violencia urbana… y dos, que las revueltas se han producido sobre todo en los barrios marginales, lo que indica que algo se está haciendo mal…

Aunque lo que sucede en Francia ha alcanzado dimensiones lamentablemente espectaculares… no es algo nuevo lo que está ocurriendo allí. En Alemania se han sucedido en diversas ocasiones agresiones contra la población turca residente en aquel país. Incluso en mayo de 1994 se denunció ante Amnistía Internacional que Bülent Demir, ciudadano alemán de origen turco de 17 años, fue víctima de malos tratos por parte de la policía berlinesa. En España también vivimos algo parecido en El Ejido (Almería), cuando todos sus ciudadanos salieron en manifestación contra la población inmigrante tras varios asesinatos perpetrados presuntamente por marroquíes.

¿Qué es lo que ocurre entonces?, ¿se podría reproducir lo de Francia en otros países europeos?. Entiendo y veo lógico que el presidente y el primer ministro francés salgan con la manida frase de que “los responsables de la violencia serán detenidos y llevados a la justicia, lo primero es restablecer la ley y el orden”. Sí, quizá eso sea lo primero, pues nadie debe salir en defensa de personas que, organizadas o no, se dedican a quemar coches como si fueran petardos en las fallas de Valencia.

Pero… ¿qué hacer una vez restablecido el orden?, ¿qué consecuencias se deberían sacar de este tipo de episodios?. Lo que está claro es que Europa tiene que plantearse que si decide abrir las puertas a la población inmigrante (ya sea por solidaridad, por necesidad de mano de obra, por baja natalidad…) lo que no puede hacer ningún país es permitir su entrada para luego convertirlos en ciudadanos de segunda categoría. Si la población inmigrante obtiene la ciudadanía europea lo debe ser con todos los derechos y deberes. No se puede fomentar la aparición de ghetos en las ciudades, la prestación de servicios sociales y sanitarios en inferioridad de condiciones con respecto a la población autóctona, infraestructuras de peor calidad… y todo aquello que fomente el rechazo social hacia las comunidades inmigrantes.

Los países europeos deben reflexionar ante hechos como los de Francia para darse cuenta que la inmigración no puede existir si no se acoge a los nuevos ciudadanos con políticas de verdadera cohesión social e integración. No vale abrir las puertas por puro interés… los inmigrantes deben de poder desarrollar su vida en las mismas condiciones que los que ya estamos aquí. Lo contrario lleva a desigualdades que no benefician a nadie y que pueden acabar en un desastre como con el que Francia está asombrando a todo el mundo.

(NOVIEMBRE 2005)

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