15 octubre 2008

La educación no es un juguete

Durante estos días del cambio protagonizado por Zapatero uno de los temas que más se ha comentado en los medios de comunicación ha sido el de la educación. De repente el gobierno vasco, el catalán y el canario han declarado que suspenden la aplicación de la ley de calidad de la enseñanza aprobada por el PP. No voy a entrar en el tema de si dicha ley era positiva en todos sus puntos o si los gobiernos locales pueden hacer lo que les plazca con las leyes aprobadas por el parlamento español. Eso lo dejo para las batallitas de los políticos, que se divierten mucho con ello.

El problema es que la educación no es juego, no es un juguete para entretenerse durante los debates parlamentarios. La educación es algo muy serio porque cualquier decisión, reforma o ley que se adopta sobre ella afecta a la construcción de las mentes, actitudes y aptitudes de miles de niños... y eso creo que sí es importante.

Ha llegado el momento en el que el nuevo gobierno y las autonomías deben decidir si quieren seguir con el actual modelo, en el que un alumno es capaz de pasar de curso aunque (perdón por la exageración) no sepa que dos más dos son cuatro. Ha llegado el momento en el que se tiene que decidir qué materias deben ser reforzadas o si se continua en la línea de enseñar sólo la historia de la comunidad, en plan boina, como si cada una de nuestras comunidades fuera (perdón por la expresión) el culo del mundo. Creo que ya basta de todo esto, es hora de plantearse líneas de actuación que vayan por el camino del rigor académico, del interés por la educación en su sentido más amplio y universal. La historia, la filosofía, la lengua, las matemáticas y todas las ramas del saber no se pueden aprender en un colegio si antes no sé decide, sea donde sea, los contenidos y los tiempos en los que deben enseñarse todas estas materias..

Y hay otro problema del que pocos hablan (no da votos): la falta de exigencia. Conozco profesores que están hasta las narices de muchos de sus alumnos porque sus clases son pura anarquía. Aquel tópico que dice que ser profesor es un chollazo porque gozan de tres meses de vacaciones es mentira. Y es mentira porque ahora ser profesor en ocasiones se convierte en una profesión de riesgo. Son ya unos cuantos los profesores que se ven obligados a pedir la prejubilación o la baja laboral por depresiones, stress crónico o por el simple agotamiento de su paciencia. Muchas aulas se han convertido en la ley del más fuerte, donde el fuerte ya no es el profesor sino determinados alumnos. La disciplina, el comportamiento medianamente normal, las clases como foro de aprendizaje, el ser un maestro respetado... todo esto ha pasado a la historia gracias, entre otros factores, a la continua degradación provocada por las reformas y contrarreformas del sistema educativo. A esto se le une que si un profesor se atreve a levantar ya no la mano, sino la voz a uno de los chavales... corre el peligro de encontrarse con una denuncia presentada por los alumnos y sus padres en el juzgado de guardia más próximo al centro escolar.

Y hablo de los padres porque el problema no es sólo de la ministra de educación de turno, del director del colegio o del profesor... los padres son un punto radicalmente importante en el proceso educativo de sus hijos. No entiendo como algunos padres se atreven a pensar que el colegio, además de enseñar a leer, a escribir, a sumar y otras muchas cosas... debe ser también la institución que eduque a sus hijos como personas. Las actitudes, la personalidad, el saber ser y estar no se aprende principalmente en el colegio. No es esa la tarea principal de un profesor, aunque forme parte de la misión de cualquier educador. El lugar donde los alumnos deben comenzar a saber ser y también a saber cómo estudiar no es el colegio, es el hogar... de ahí que los padres no deberían tener el morro de delegar enteramente esta función en los profesores. La educación empieza con el primer chupete.

(ABRIL 2004)

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