14 octubre 2008

¿Nuevo siglo?... espera y verás

Hemos descubierto todos, una vez pasadas esas nocheviejas que parecían míticas del 2000 y del 2001, que todo sigue igual, que el mundo continúa, que no hay apocalípsis, y que cada uno de nosotros no ha variado su vida de manera espectacular, salvo algunos de Segovia o de Lluchmajor. Se acabó también el cuento del tercer milenio, de sí lo habíamos empezado hace doce meses o el pasado 1 de enero.
Pero de lo que nadie parece darse cuenta es que la nochevieja que nos va a deparar una amarga resaca va a ser la que nos va a llevar al 2002. Y esto será así porque en la mañana del 1 de enero del próximo año todos nos veremos obligados a utilizar euros a la hora de realizar cualquier tipo de compra. Y a eso sí que va a ser un poco duro acostumbrarse.

Si en estas pasadas navidades el regalo estrella fue el maldito patinete metalizado (estoy esperando en la prensa alguna noticia sobre algún accidente desgraciado de algún usuario de semejante aparato, que lamentablemente los habrá, cuestión de tiempo) en las próximas serán las mini-calculadoras las que arrasen en el mercado. Sí, sí, porque si ya nos habíamos acostumbrado a ver gente por la calle hablando con teléfonos móviles -los más ridículos los que llevan el cablecito, que parecen que van hablando solos por la calle en plan “Alguien voló sobre en nido del cuco”-, ahora lo divertido será ver como cualquier hijo de vecino necesitará de una calculadora para ver cuánto cuestan esos jerseys que tanto hacen falta en los primeros meses del año o a cuántas pesetas queda su marca de tabaco preferida. Esto sí que será un cambio de siglo de verdad, porque lo anterior sólo se quedó en un gran negocio para restaurantes y discotecas, y en excusa nada barata para gastarse un poco más de dinero en la noche del 31.
Será cuestión de acostumbrarse a la nueva moneda. Con el euro parece ser que nos acercaremos a Europa... y que los hooligans que se llenan sus barrigas de cerveza en nuestras playas, así como los alemanes que compran casas y fincas como churros, ahora lo harán con la misma moneda... con la que nosotros cobramos esos salarios tan ridículos en la que llaman “la comunidad de mayor renta per cápita” de España. Y es que en esto último creo que las cosas no cambiarán, cobraremos lo mismo, sólo que en otros colores y tamaños (quizá eso nos anime, psicológicamente hablando). Y también será igual de difícil comprar una casa en una zona medianamente decente, e igual de agobiante pagar el alquiler o esas hipotecas que mes a mes se llevan buena parte de nuestro pobre sueldo.

Pero tampoco hay que ser tan pesimistas porque “el dinero no lo es todo”, seguiremos soñando con tiempos mejores ya que un siglo es largo... y todavía podremos disfrutar de espectaculares puestas de sol en el mirador de Sa Foradada, algo que ni el euro ni nadie nos podrá quitar.

(ENERO 2001)

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