15 octubre 2008

EE.UU, un país de cine

Ha ganado Bush y los europeos todavía andamos algo escandalizados tras comprobar como millones de norteamericanos han sido capaces de elegir como presidente a una persona que lee los libros al revés, que ignora el nombre del presidente de Pakistán y, lo que es peor, que actua según lo que le dicte su vicepresidente, Richard Cheney, y según lo que le convenga a las empresas y a los grupos de interés con los que está relacionados éste último y la propia familia Bush.

Y esto no lo digo porque haya visto los documentales denuncia de Michael Moore. No hace falta ver Fahrenheit 9/11 para saber que cualquier gobierno norteamericano se rige exclusivamente por sus propios intereses. Bush ha sido reelegido porque se ha convertido en el mejor vaquero universal tras el ataque terrorista a las torres gemelas y eso a los americanos les mola mucho. Es un tío que impone, que no se corta un pelo, que le da igual si media Europa no coincide con sus objetivos, que va por libre. Un chulo americano.

Lo curioso es que, por otro lado, Estados Unidos tiene muchas virtudes. Los norteamericanos son innovadores, organizados, resolutivos... y cuentan con una capacidad tecnológica e industrial muy potente. Además pueden presumir de una influencia política mundial que habrían deseado muchos de los antiguos imperios. Pero también son cabezotas. Ni la mala gestión de la crisis de Irak, ni los documentales de Moore, ni un déficit económico disparado, ni las giras músico-políticas encabezadas por Bruce Springsteen... nada de todo esto ha evitado la re-elección de Bush.

En el partido demócrata la desilusión ha sido tremenda. Las millonarias donaciones de George Soros o de Bill Gates para la campaña electoral demócrata, el supuesto tirón popular de Kerry, la elección de un candidato a vicepresidente con cara de niño bueno, el apoyo de un Clinton recién salido del quirófano... nada de todo esto pudo acabar con los aires de grandeza de George W. Bush. Eso sí, en el partido demócrata hay una persona que a buen seguro celebró en la intimidad el fracaso de Kerry. Su nombre es Hillary. La antigua primera dama ya tiene servida en bandeja de oro su oportunidad para convertirse en la primera mujer en liderar la principal potencia mundial. La Sra. Clinton estará callada durante tres añitos en su discreto puesto de senadora... pero luego saldrá sin contemplaciones para presentar su candidatura a la Casa Blanca. Tiempo al tiempo.

Y mientras tendremos que aguantar unos años más al vaquero de Camp David buscando guerra allá donde le apetezca, a Jeb Bush de gobernador en la Florida de Walt Disney World y al actor Arnold Schwarzenegger como mandamás de California. De película. Creo que Alex de la Iglesia podría pensar en dirigir alguna comedia política con personajes como estos.

Y ya poniéndonos algo más serios, esperemos que a Bush le entre un mínimo arranque de inteligencia y se ponga de verdad a resolver la madre de todos los conflictos, el palestino israelí. Cuando la diplomacia de EE.UU. se dedique a ello de un modo firme (si logran el permiso del importante lobby judío) la solución podrá llegar en muy pocas semanas. Ni “hojas de ruta” ni melón con jamón... EE.UU. tiene el poder necesario para cerrar este largo conflicto cuando quiera y como quiera. La paz en Oriente Medio sería el primer paso para reducir el número de kamicazes suicidas, para acercar oriente a occidente y para que nadie asocie lo musulmán al terrorismo islámico. Que todos podamos tomarnos un kebab en paz y que nadie se tenga que inventar guerras para defender su posición. Ojalá llegue pronto ese día.

(NOVIEMBRE 2004)

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