15 octubre 2008

Rafa Nadal, príncipe en la derrota



Ya escribí un artículo en No Badis sobre Rafa Nadal en el año 2006, pero estoy seguro que el director de esta publicación no me castigará por repetir tema... puesto que nuestro Rafa es mucho Rafa... tanto que se merecería una sección para él en esta revista. Ha pasado ya mucho tiempo y grandes hitos en la vida deportiva de Rafa Nadal desde aquel 2006, puesto que dos años después ya lo tenemos como número 1 del mundo y a pocas semanas de finalizar la temporada más brillante de su carrera, con otro Roland Garros, su primer Wimblendon y la medalla de oro en las Olimpiadas de Pekín.

Pero no escribo este artículo para destacar los grandes avances logrados por Rafa en su palmarés durante estos dos años... escribo porque me impactó hace muy pocos días la forma en la que Rafa Nadal salió de la pista tras perder su semifinal del Open USA. Al acabar aquel partido a Nadal no se le vio ni un mal gesto ni una mala cara y se dirigió a la red para felicitar y dar una palmadita en la espalda a su verdugo, Andy Murray. Curiosamente en esos segundos en los que ambos se cruzaron los saludos de rigor el que más habló fue Andy Murray. Me fijé en su rostro y creo que a Rafa Nadal le debió decir algo así: “Ha sido un gran partido, alcanzar mi primera gran final tiene mucho más valor ganándote a ti”. Y es que Nadal jugó aquel día con un registro de 54 victorias en los últimos 56 partidos disputados, ahí es nada. Y Murray, sin embargo, venía de haber perdido cinco veces con Rafa Nadal. Nunca le había ganado. Y por ello, el escocés debió creerse que era William Wallace por un día… porque en la siguiente jornada cayó en la final ante Roger Federer.

La verdad es que en los últimos meses creo que todos nos habíamos acostumbrado a ver como nuestro mallorquín ganaba todos los partidos, ya fuera sobre tierra batida, sobre hierba, sobre pista sintética o sobre una alfombra de erizos. No tenía rival, no ha tenido rival. Y en el Open USA vivos a un Rafa grande en la derrota, como buen caballero, con una sonrisa tras su último aliento en aquel fatídico partido, con la alegría del deber cumplido, sabedor de haberlo dado todo en la pista.

Y fue en Nueva York el lugar en el que Rafa Nadal se enteró que había sido designado ganador del Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, según él uno de los reconocimientos más importantes que recibirá en toda su vida. Sinceramente este galardón siempre ha sido un poco casero, como así se demostró el día en el que el jurado se lo otorgó a Fernando Alonso, cuando todavía ni había sido campeón de Formula I. Pero el caso de Rafael Nadal es distinto. Ya acumula un historial que le sitúa entre los mejores del tenis mundial y, en el caso de España, su nombre siempre acompañará a los grandes como Severiano Ballesteros, Angel Nieto, Manolo Santana o Miguel Indurain.

Y para cerrar este artículo lo hago con lo que ya dejé escrito aquí en 2006 y que dos años después se puede repetir: Los mallorquines tenemos mucha suerte de poder contar con alguien como Rafael Nadal, no tanto porque pueda o no pueda ganar ocho torneos de Roland Garros, sino porque en todo el mundo millones de espectadores están contemplando a un campeón que, además, es una gran persona, lo que nos tiene que llenar a todos de un gran orgullo. Sabiendo que todavía le quedan muchos años en su carrera deportiva, el tópico que se le podría decir sería: “Rafa, no cambies”. Pero no creo que haga falta, él sabe que gran parte de su éxito ha sido ser él mismo. Sin duda es un modelo a imitar, dentro de las pistas, por su esfuerzo y entrega, y fuera de ellas, por tener una cabeza muy bien amueblada.

(SEPTIEMBRE 2008)

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