15 octubre 2008

La inmigración no sólo es cuestión de control de fronteras

Nuevamente el tema de la inmigración vuelve a ocupar grandes espacios en los medios de comunicación y esta vez no sólo en España, también en los Estados Unidos. Por un lado tenemos las avalanchas de inmigrantes en Canarias. El Gobierno insular ha exigido que la llegada de inmigrantes irregulares al archipiélago sea considerada un asunto de Estado y que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, reciba cuanto antes al presidente canario, Adán Martín, para abordar el asunto.

Todo ello se produce después de un fin de semana en el que se ha registrado la llegada clandestina de 1.100 personas, sobre todo de africanos que han llegado en pequeñas embarcaciones o pateras. Para tratar de solucionar este problema el Gobierno ha dicho que se reforzará a corto plazo la vigilancia aérea y marítima de las fronteras y que se suscribirán nuevos acuerdos con países de África. Incluso se ha manifestado que se contratará un satélite para obtener más información, lo que incluso le da un toque peliculero y de espectáculo al asunto. Como si el problema fuera sólo el control desde el espacio de las pateras que se acercan a España… cuando la cuestión va mucho más allá.

Y, por otro lado, en Estados Unidos Bush ha anunciado en un discurso a la nación que enviará 6.000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera con México de forma temporal para intentar atajar la inmigración ilegal. Ha dicho que las autoridades de EE.UU. no tienen "pleno control" de la zona. Su discurso coincide con la reanudación en el Senado americano del debate para la reforma completa del sistema migratorio, que incluye el endurecimiento de la seguridad en la frontera y la creación de un programa de trabajadores temporales que abra una puerta a la regularización de buena parte de los casi 12 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula que viven en EE.UU.

Como vemos, los dos gobiernos han apostado por reforzar el control de sus fronteras, con mayor vigilancia, mayores medios y lo que haga falta, incluso alquilar un satélite. La situación de todas formas no es nueva, ni será la última ocasión que aparezca en las noticias de portada de los medios de comunicación. Es un problema de ida y vuelta, como muchos de los inmigrantes que logran llegar a la orilla: son deportados para regresar del nuevo al país del que huyeron.

Aunque en un artículo de corta extensión como este es imposible abordar la multitud de aspectos que acompañan a este fenómeno, si es posible soltar aquí una idea de Perogrullo: ¿No se han parado a pensar los gobiernos que reciben estas avalanchas que una posible solución sería una sincera ayuda al desarrollo a los países de su entorno?. Y repito lo de sincera, porque sincera no significa sólo ayudar a ONG’s que trabajen en África o México, o montar campos de refugiados de la Cruz Roja.

Cuando digo lo de ayuda sincera me refiero a que en Europa, por ejemplo, podrían reunirse los 25 países de la Unión Europea, y los que no pertenecen a la Unión, para sentarse y definir una especie de “Plan Marshall” para África. Pero un “Plan Marshall” a lo bestia, riguroso, no sólo un poquito de aquí, otro poquito de allá, un 0,7 % si llego, yo un 0,5%, tu un 0,6% etc. Parafraseando a Emilio… ¡Un poquito de por favor!. ¿A qué tenemos que esperar para ponernos en serio con este tema?, ¿hemos de seguir esperando a que el cantante Bono siga presionando a la clase política?.
Sinceramente no creo que sea falta de presupuesto, ni miedo a una recesión económica mundial por el hecho de tener que destinar fondos al desarrollo. Se trata sin duda de una falta de voluntad política, de querer y no de poder, porque poder se puede. Quizá todavía tendremos que esperar a que se produzcan desastres mayores para que alguien abra los ojos y despierte a los que haya que despertar. Y el problema es que el drama continúa mientras algunos bostezan.

(MAYO 2006)

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