15 octubre 2008

La generación web



Sin duda una de las empresas más espabiladas en esto de la publicidad es Nike (no, no busquéis un anuncio de esta marca en No Badis, ni yo cobro comisiones de esta multinacional del deporte, lamentablemente). La fuerza de su reconocimiento mundial es tan grande que ha sido una de las pocas empresas que incluso se ha permitido el lujo de quitar su nombre en su logotipo. Ahora esa letra V voladora no necesita ir acompañada de la palabra Nike porque todo el mundo sabe que marca es cuando ve ese símbolo, por ejemplo, en la ropa del patrocinado Rafa Nadal u otros muchos deportistas de primera línea.

El otro día se me acerca mi sobrino, que todavía no alcanza ni los 10 años y me dice: “Tio Javi, ¿has visto la página web Juga Bonito de Nike?”. La verdad es yo no tenía ni idea de tal página web, aunque sí había visto por televisión el anuncio de esta campaña publicitaria de la empresa deportiva. Y como me picó la curiosidad, entré en internet y descubrí que lo que le había llamado la atención a mi sobrino era un video de 22 minutos de duración en el que 345 personas de 88 países se van pasando una pelota de fútbol de unos a otros. El video en cuestión tiene su punto gracioso, pero para verlo uno o dos minutos, no más, porque aguantar 22 minutos de pases de balón requiere una cierta dosis de paciencia.

Pero lo importante de toda esta historia no es el éxito de la publicidad y el marketing de Nike, si tienen mucho dinero y buenas ideas eso es fácil hasta cierto punto. Lo relevante es que esta marca haya conseguido que un mequetrefe de 9 años y toda la clase de su colegio se hayan enganchado a su página web. En este siglo XXI hemos entrado, definitivamente, en otra dimensión. Hace unos 15 o 20 años la principal ilusión de un niño de 10 años, mi principal ilusión, era pillar el suplemento TBO de alguno de los principales diarios nacionales o autonómicos, para entretenerme con las viñetas de Zipi-Zape, Carpanta o Mortaledo y Filemón. Ahora no, ahora los cuentos de Asterix, Tintin & company... ya son para mentes más elevadas, para minorías.

Si mi padre ya alucina cuando le digo la palabra buscador (Google mejor ni se lo pronuncio, que suena muy raro), blog o, lo más atrevido, comprar un billete on-line... no sé que será dentro de 15 años cuando mi niña de 8 meses me introduzca en el nuevo vocabulario que tendrán las tecnologías del futuro. Para el 2020 mi padre ya estará en la era Neandertal de las tecnologías y yo intentaré no perder comba, no como ahora, que ya empiezo a perderme con los móviles WAP, los MP-3 y los teléfonos Blackberrry (ya son ganas eso de mandar e-mails a través del teléfono móvil, uno ya nunca podrá desconectar del trabajo). Eso sí, en el caso de que mi padre me llame ignorante en 2020, yo al menos le podré decir que en 2006 monté mi blog (os invito a verlo, XXX).

La generación web la tenemos aquí, no tiene marcha atrás. A los adultos nos conviene no perder el carro, ya que de no actualizarnos nos quedaremos sólo en el mundo del correo electrónico y, como Kevin Costner en la película “El Cartero”, nos convertiremos en románticos defensores del lenguaje escrito y poco más. Por lo tanto, estaríamos ya muy lejos, por ejemplo, de la llamada a móvil por videoconferencia (sobre esto último trataré de escribir un artículo el próximo curso académico porque este nuevo sistema de comunicación, que será utilizado por todos en muy pocos años como ya ocurre en Japón, promete que más de uno viva situaciones realmente cómicas).

En fin, todo evoluciona, incluso No Badis, que hace unos años era en blanco y negro, ahora es a color y ya tiene su página web (www.nobadis.net). Menos mal que muchos todavía intentamos descubrir cosas fuera de internet y nos seguimos quedando sorprendidos, por ejemplo, de lo bella que puede ser una playa en verano a las siete de la tarde, cuando los turistas ya están en el hotel embetunándose de after-sun y cuando el sol se va despidiendo para decirnos hasta mañana.

(AGOSTO 2006)

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