15 octubre 2008

Tanga SI / Tanga NO

El tema de portada del anterior No Badis fue el tanga, aquella prenda interior femenina que algunas la han convertido en exterior, pues no tienen ningún problema en mostrarla al público en general para deleite de los ojos de cualquier paseante. Como la cosa da mucho juego y da para entrar en debates de todo tipo... que si libertad para vestir como una quiera, que si libertad sexual, que si en los colegios debería estar prohibido... yo aprovecho y voy a dar mi opinión ya que mi director afortunadamente me da permiso para escribir sobre lo que quiera en esta página mensual.

Y para dejar claro desde el principio cúal es mi postura, ahí va: me gusta el tanga, lo reconozco... y decir lo contrario sería negar mis impulsos humanos y biológicos. Ahora, eso sí: No a la tanga pública, no a mostrar la tanga en la calle, no a la tanga que algunas chicas gustan lucir sobre sus pantalones. Es decir, no me meto con la tanga como prenda femenina, sino lo que pretendo recordar y resaltar es su aspecto íntimo, como ropa interior, un aspecto que se desvirtúa totalmente con esta nueva moda.

¿Y por qué?, ¿a qué se debe mi rechazo a la “tanganitis”? El primer motivo es que la chica que va enseñando el tanga al mismo tiempo lo que está haciendo (me atrevo a decir que conscientemente) es una declaración de intenciones: “Chicos, aquí estoy, no sólo tengo una cara bonita y un cuerpo bonito... mi culo también lo es”. Con este mensaje a través del vestir, directo y muy visual, la chica en cuestión no destacará en primer lugar por su sonrisa, por su mirada, por su gestualidad o por su rostro... todo ello pasará a un segundo lugar. El culo, junto a la tanga, pasará a ocupar un papel preponderante, será la tarjeta de presentación de la chica tanganitica. Y en fin, creo que empezar por el culo es como empezar una casa por el tejado.

Algunas verán en este tanga-culo un toque de modernidad o una moda que les puede ayudar a atraer las miradas de ellos, pero no engañaré a nadie si digo que lo que realmente pueden conseguir es despertar en los varones multitud de pensamientos muy variados: “¿has visto ese culo?” o, siendo más crudo, “si enseña lo que enseña quizá enseña más cosas, hay que conocerla”. Y no tiene que ser así, seguro que hay muchas chicas que van enseñando tanga que tienen otras muchas virtudes increíbles además del culo, que interesa conocerlas por su forma de ser, pensar o vivir, que incluso visten de este modo no para provocar sino porque les ha gustado esta moda... pero siendo esto así, también es cierto que la chica que presuma de tanga-culo no se dará a conocer por lo bien que toca el piano o por lo mucho que sabe de Shakespeare... se dará a conocer en primer lugar por su parte de atrás.

Quizá algún lector o lectora que haya llegado hasta este párrafo ya estará pensando que yo debo ser algo cerril, retrógrado, anticuado... hay libertad para poder pensarlo. Pero no lo soy, lo único que intento decir es que todo tiene un límite y que el sentido común me lleva a pensar que el tanga está para lo que está. De todas formas todavía no hemos perdido los papeles del todo porque los desfiles de moda de las pasarelas internacionales gustan mucho de despelotar a las modelos para lograr un hueco en el cierre de los telediarios... y afortunadamente esa moda (muy barata por cierto, casi no necesita de telas) todavía no ha llegado a la calle. Los únicos que deben lamentarse por ello son los laboratorios que fabrican frenadoles, aspirinas y antibióticos, pues quizá piensan que las chicas son unas estrechas por enseñar sólo el ombligo, la tanga y el culo... que ya va siendo hora de que enseñen más cosas, ¡¡que falta de modernidad!!

(DICIEMBRE 2003)

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