Fumar por fumar

Fumar. Es un vicio universal. Mata pero triunfa... porque todavía son millones los jóvenes y no tan jóvenes que se enganchan a la nicotina, ya sea en pequeñas dosis de varios cigarrillos al día o, los más atrevidos, se meten una o dos cajetillas desde que se levantan hasta que se acuestan. Para éstos últimos la noche no se cierra con el cepillo de dientes sino con una caladita más antes de meterse en la cama... y el día comienza con un pitillo para abrir los ojos no con la intensidad de la luz mañanera sino con el humo que suelta su juguete preferido.

El problema es que el tabaco no es un juguete. Los juguetes más caros (que no suelen ser los mejores) son aquellos que necesitan de muchas pilas o baterías. Las pilas permiten que un juguete tome vida... que se mueva, que cumpla su función, que entretenga. Fumar quizá puede llegar a entretener y, a diferencia de un juguete, la acción de fumar no necesita de pilas... pero lo que hace es cargarse otro tipo de pilas, atenta directamente a la batería humana... entiéndase por esto el corazón y los pulmones.

El tabaco, cada vez más, es también un peligro para la economía personal. Fumar es caro y para darse cuenta de ello uno no tiene más que hacer un cálculo de los ingresos que supondrían para el bolsillo dejar de fumar. Es mejor verlo desde este punto de vista, mucho más positivo... que no calcular el gasto anual que supone mantener sin descanso el consumo de nicotina.

Y podría seguir... el tabaco huele y deja un olor que se pega en el entorno, en el despacho, en las habitaciones del hogar, en la ropa, en el aliento. Y lo más grave, aunque ya lo haya escrito en la primera línea de este artículo: el tabaco mata.

Pero tampoco es cuestión de ponerse dramático. Siempre he dicho que la mejor forma de huir del tabaco es no empezar. El que empieza corre el riesgo de engancharse porque fumar es lo mismo que apuntarse a una droga cuyo principal ingrediente es la nicotina. Parece una tontería pero una idea tan de perogrullo como es la de “no empezar” creo que es importante recordarla en una revista como No Badis que llega a un público eminentemente joven. Los que no habéis empezado todavía estáis a tiempo de salvar vuestra salud, quizá vuestra vida y un porcentaje interesante de vuestros ahorros.

Otra teoría que siempre he defendido es que muchos jóvenes empiezan a fumar, a veces incluso antes de los 15 años, no tanto porque les guste fumar o por tener ganas de probar algo nuevo... simplemente se apuntan a ello por pura imagen externa. El vicio consolidado a lo largo de los años de muchos de los grandes fumadores empezó porque un día pensaron, en su tierna juventud, que fumar era algo de mayores, que quedaba bien, que daba el pego y que podía ser una manera fácil para crear la apariencia de un tipo maduro, atractivo, con clase, de categoría...

Pero pasan los años, uno termina la universidad o empieza a trabajar, se casa, engorda... llegan los hijos... ¿para qué continuar con aquella imagen?. En la práctica ya no hace falta porque la personalidad ya está formada en su totalidad... y la realidad es que pasados los años ya no se fuma por cuestión de apariencia... se fuma porque el vicio forma parte de la persona. Se ha enganchado. Por eso si el primer consejo era no empezar... el segundo tiene que ser: Déjalo... tus nietos te lo agradecerán porque tendrán un abuelo por muchos años.

(MAYO 2004)